Crítica / Cine

De luna y fuego

La película nos devuelve al Lorca que nos robaron, con una Inma Cuesta de fuerza brutal

Que alguien encare una obra tan complicada como "Bodas de sangre", de Lorca, ya merece atención. En el caso de Paula Ortiz además por trastocarla desde el título, que cambia por "La novia", para aumentar la centralidad de uno de los personajes protagonistas, aquí en la carne de una Inma Cuesta de fuerza brutal, como si el papel la estuviese esperando. Se ha acusado a la película de un exceso de autoconsciencia, de búsqueda reiterativa del plano perfecto de forma constante, pero no sería justo. La directora entiende a Lorca, utiliza su simbología recargada, o por lo que el poeta peleó para que fuese su simbología, y la traslada en su tono: todo acaba en un cruce de caminos que deja al metraje justo donde debe.

Es "La novia" una película de cálidos y de fríos, estos últimos provocados por su esteticismo. La película es de luna y fuego, como era "Bodas de sangre", y hay que volver a Inma Cuesta, porque afronta las dificultades sin arrugarse y aguanta todas las emociones que le tienen que pasar por el cuerpo antes de devolvérnoslas a los espectadores. A pesar de que el guión se tambalee a la mitad de la película, no nos importa: la fílmica sobrepasada de Ortiz, unida al trabajo de Cuesta, Álvarez-Nóvoa, que estás en los cielos, Etxeandía, Sánchez y la asombrosa Gavasa, nos devuelve a ese Lorca querido, sangrante de pasión, nos recuerda a ese que nos robaron.

Compartir el artículo

stats