Catedrático jubilado de Historia Medieval

Francisco Diego Santos, la verdadera sabiduría

Una figura imprescindible para el conocimiento de la historia romana y altomedieval de Asturias

Aunque nacido en tierras meseteñas (Cozcurrita de Sayago, Zamora, 1915), la mayor parte de la larga vida de Francisco Diego Santos, ya desde época temprana, se vincula a Asturias. Aquí, salvo cortos períodos de ausencia, desarrollará su labor docente, como catedrático de griego de enseñanza secundaria y profesor de griego, epigrafía y numismática de la Universidad de Oviedo, y una fecunda actividad investigadora que tiene como preferente polo de atención la Asturias romana y altomedieval contemplada, sobre todo, desde el observatorio de las fuentes epigráficas, que contribuyó a reunir y sistematizar para brindarlas a la erudición histórica en repertorios de inestimable valor.

En 1959 vería la luz la primera aportación del ciclo de publicaciones que componen la que podríamos calificar de su ópera magna: la "Epigrafía romana de Asturias", bajo el amparo editorial del Instituto de Estudios Asturianos. Por primera vez, con aislados, y, con frecuencia, lejanos precedentes entre los que cabe destacar la "Asturias monumental, epigráfica y diplomática" del sabio Ciriaco Miguel Vigil (1887), se ofrecía un completo corpus de las inscripciones romanas de la región, con el pertinente aparato crítico y erudito y cuidadas transcripciones y comentarios. Esta obra sería suficiente por sí sola para situar a su autor en los lugares más destacados de los estudios epigráficos hispanos, siendo enorme su repercusión en la comunidad científica nacional e internacional. Puede decirse que si en la moderna historiografía de la romanización en Asturias hay un antes y un después, la línea divisoria viene marcada precisamente por la aparición de la Epigrafía de Diego Santos, fuente de su discurso académico de ingreso en el Instituto de Estudios Asturianos sobre "La romanización de Asturias a través de su epigrafía" (1963). En 1985, se publicaba una segunda edición de aquella obra fundamental, enriquecida con las pertinentes revisiones y adiciones.

En los años siguientes y al margen de frecuentes y siempre estimables colaboraciones en revistas científicas, actas congresuales y publicaciones varias, Diego Santos trabaja en la elaboración de su tesis doctoral, desbordando los límites de la Asturias Transmontana, y que defiende en 1978, en la Universidad de Oviedo, bajo el título "Estudio epigráfico del 'conventus asturum'". Los materiales allí reunidos servirían de base a una nueva y espléndida obra: "Inscripciones romanas de la provincia de León", publicada en 1986 bajo el patrocinio editorial de la Institución Fray Bernardino de Sahagún.

El año de defensa de su tesis doctoral será también el de la publicación de otra de sus aportaciones más importantes, la "Asturias romana y visigoda", volumen III de la obra colectiva Historia de Asturias que con un total de diez entregas vería la luz desde 1977 por iniciativa de la Editorial Ayalga.

La jubilación en la docencia activa por imperativo de edad no supone ninguna merma en la actividad investigadora de Diego Santos, que continúa publicando nuevos estudios, casi siempre centrados en el escenario de la Asturias romana, y en un proceso de reflexión y revisión de la propia obra que es inherente a todo quehacer científico.

En los decenios finales del siglo XX y primeros años del actual asistimos al desenvolvimiento creciente de una historiografía centrada en la época y el espacio que, durante mucho tiempo, han venido siendo el polo de atención preferente de las investigaciones de Diego Santos: una Asturias romana cuyos perfiles van clarificando nuevos y extraordinarios hallazgos arqueológicos y el renovador estudio de lo ya conocido: Gijón, Veranes, el Chao San Martín, La Carisa, la necrópolis de Paredes, las termas de Valduno, Oviedo, Llanera... En sintonía con ese cada vez mayor conocimiento de la romanización de Asturias, la labor de Diego Santos, sin la que no sería posible la aproximación sobre sólidas bases a los capítulos iniciales de la historia regional, comienza a obtener un reconocimiento que trasciende el siempre reducido círculo de los especialistas. En 1990, el Gobierno del Principado le concede el premio de Asturias por toda una vida de dedicación al estudio del pasado de nuestra región. Y en 1994 recibe el merecido nombramiento de correspondiente de la Real Academia de la Historia. Ese mismo año ve la luz otra de sus obras fundamentales que prolonga, en el tiempo, su labor colectora de las fuentes epigráficas de la Asturias romana y visigoda. Se trata ahora de las "Inscripciones medievales de Asturias", libro en el que nos ofrece un corpus completo de extraordinario interés para la historia medieval de la región, sobre todo en sus épocas más tempranas en las que por la escasez, laconismo y frecuente manipulación de los documentos escritos, narrativos o de archivo, los testimonios arqueológicos, en general, y los epigráficos, en particular, se brindan con el rango de verdaderas fuentes privilegiadas.

En octubre de 2008, la celebración en Oviedo de un importante congreso internacional que reunió a un nutrido grupo de especialistas -historiadores y arqueólogos- bajo la convocatoria "En los orígenes del reino de Asturias: causas políticas y militares", brindó ocasión propicia para rendir un cálido homenaje a Francisco Diego Santos, que ultimaba entonces "ya cumplidos mis 93 años", la preparación de la miscelánea de la totalidad de su obra dispersa publicada en 2009 bajo el sello editorial KRK, loable iniciativa que brindaba la oportunidad de poder acceder a los resultados de la ingente labor investigadora no materializada en la serie de libros de su ópera magna.

No mucho tiempo después (julio de 2010) fallecía en Oviedo, dejándonos una obra imprescindible para el conocimiento de las primeras etapas de la historia de Asturias y el ejemplo de dignidad, laboriosidad y modestia que es patrimonio de la verdade-ra sabiduría.

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