Preparen los pañuelos

"Le llaman Bodhi" se convirtió en una de esas películas de acción que, sin ser nada del otro jueves, logró reclutar a legiones de devotos seguidores por la coincidencia de unos actores de efímero carisma (Keanu Reeves y Patrick Swayze), unos entornos naturales propicios para el lucimiento del director de fotografía y, sobre todo, la presencia tras las cámaras de una directora como Kathryn Bigelow, que había enseñado los dientes visuales con Acero azul y la que para muchos sigue siendo su mejor trabajo, Los viajeros de la noche. Lo cierto es que, por encima de un guión manido y roto por muchos sitios, el brío indiscutible de Bigelow en las escenas de acción (alguna aún permanece hoy con el vibor intacto) hacía posible un entretenimiento más que aceptable y a ratos brillante.

Una de las peores pesadillas relacionadas con el cine es que alguien decida juntar a Will Ferrell y Mark Wahlberg en un reparto. Y que esa concidencia se produzca en una comedia. Y que esa comedia sea tan horrible como Padres por desigual, título incomprensible en español para Daddy's Home, que no es que sea la pera pero al menos tiene algún sentido. Los créditos del codirector Sean Anders ya son suficiente motivo para preocuparse (Cómo acabar sin tu jefe 2, Desmadre de padre, Sexdrive) pero aquí supera todas las malas expectativas con una cinta de humor banal hasta el hartazgo que vive de las rentas del único chiste que puede provocar una sonrisa. Con peores puntos de partida se han hecho comedias estimables en la historia del cine pero no es el caso: Ferrell y Walberg compiten a ver quién resulta más insoportable. En comparación, Los otros dos, donde ambos actores se vieron las caras hace un lustro, es una obra maestra de la comicidad.

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