Cosme Marina

Un pilar de la zarzuela

El director madrileño tuvo una batuta todoterreno, capaz de trazar una extensa y polivalente carrera

Nos ha dejado uno de los nombres imprescindibles de la dirección orquestal española: Miguel Roa. Una de esas batutas todoterreno que fue capaz de trazar una extensa y polivalente carrera que tuvo brillo especial en la lírica española gracias a su titularidad de décadas al frente del madrileño teatro de La Zarzuela. Roa, en este ámbito, ha realizado una labor titánica. Ha sido casi un héroe que ha defendido y luchado por el género en años difíciles. Es, sin duda, uno de los nombres a los que debemos la mejora del mismo. Su implicación, su capacidad para convencer a quien fuese de la calidad del mismo, buscando y rebuscando nuevas obras, y aportando luz al repertorio con versiones memorables de los grandes títulos que ahí quedan para la historia zarzuelística.

Recuerdo ahora emocionado su "Luisa Fernanda" en la temporada de la Scala de Milán con Emilio Sagi y Plácido Domingo, entre otros. Estaba feliz por el éxito, por el empeño y por el inmenso éxito obtenido. Llevó la zarzuela a muchos otros países y realizó una tarea interna, en su dignificación, impagable.

Ha sido una batuta de referencia en el teatro Campoamor durante décadas. Primero en la ópera y luego en el Festival de Zarzuela. Forjó una relación magnífica con Oviedo Filarmonía y también se le recuerda con enorme cariño en la Capilla Polifónica. Hombre culto, sagaz, con una deliciosa ironía y también cascarrabias, pero a la manera castiza. Tenía una personalidad única. Se le echará de menos, pero nos queda su legado, esencial y vital. Creo que merece un gran homenaje nacional en su recuerdo que debe capitanear su teatro, el de La Zarzuela, al que entregó buena parte de su vida. ¡Gracias por tanto, Maestro! ¡Ha sido un privilegio contar con tu amistad, consejo y sabiduría!

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