Real espectáculo

En producción del Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia del 2009, se presentó en Oviedo "El rey que rabió", zarzuela con un libreto de opereta francesa, forma de opereta vienesa y, naturalmente, sabor español. Sentaron las bases del éxito de la propuesta, la dirección de escena de Sagi y la escenografía de Calcagnini, este último proponiendo un acercamiento de la acción más próximo en el tiempo, moderno y colorista. Una agradable y vistosa base para el desarrollo del ingenio escénico de un Sagi que se mueve como pez en el agua en el género, sin prescindir de característicos guiños o condimentos "poperos" -también en el colorido general de la escena y de un colorista vestuario sin complejos, entre lo naíf y la abstracción del diseño ochenteno- que acercan la trama sin desnaturalizarla. Sagi domina el movimiento escénico del enredo, de la comedia grotesca y divertida. Musicalmente funcionó muy bien el coro, que tiene un papel fundamental en la obra, estando en todo momento vocalmente a la altura de la partitura, vocalmente rejuvenecido.

En la parte vocal se alcanzaron en general niveles medios altos en el que no sobresalieron figuras, con una evidente presencia asturiana, lo que es bueno, pero no puede ser el único criterio, e incluso si así fuera, se podrían haber dado otras combinaciones de resultados, a priori, más prometedoras. En este sentido la elección artística no fue acertada o, al menos, no totalmente. Como es sabido el rol del "Rey" lo asignó originalmente Chapí -seguramente por la escasez de tenores líricos dedicados a la zarzuela- a una tiple 2.ª, con lo que esta sería, en principio, la voz apropiada. Aunque con ello teatralmente resulte poco verosímil, se sumaría a la tradición lírica de papeles masculinos interpretados por voces femeninas. El avilesino Rodríguez-Norton, de impecable dicción cantante, mostró sus mejores cualidades -por ejemplo en "Soy un pastor sencillo" o en la romanza "¡Intranquilo estoy!"- en el registro medio, donde luce un ancho y muy bello timbre, sin embargo los agudos los retrae llamativamente, con lo que no llega a completar, no totalmente, la redondez y corpulencia para el rol. Todo lo contrario parece ocurrirle al poleso Juan Noval, como "Jeremías", que desprende agudos con una gran facilidad y naturalidad, con cuerpo incluso para un tenor ligero como él. Como cantante se lució en el acelerado "racconto" del tercer acto, relato cantado necesariamente a toda pastilla y de un soplo, que bordó, él personalmente, porque la pulsación de la orquesta iba descarada e impropiamente por detrás. La ovetense Ana Nebot afrontó con valentía el rol de "Rosa". Nebot tuvo en la delicadeza su mejor baza cantante, con gran gusto expresivo interpretó, por ejemplo, su arieta "Mi tío se figura", aunque su punto débil es su algo limitada presencia vocal. Bien María José Suárez, en esta ocasión con una "María" desenfadada, con el desparpajo al que nos tiene acostumbrados, en esta ocasión dominó más su vertiente como actriz. También muy convincente siempre vocalmente Manel Esteve en el rol de "El General". E igualmente solventes los consejeros Gerardo López, Antonio Torres, David Rubiera y Boro Giner.

Faltó en ocasiones mayor contundencia vocal, y la fluidez orquestal no siempre se pudo solventar con exquisita atención dinámica -muy bonitos los interludios y el Nocturno- y Conti siempre está atento a ello, pero la inexorable pulsación rítmica en esta zarzuela tiene que estar interiorizada, o no será. No es cuestión de gusto, aunque el espectáculo, divertido y colorista está garantizado.

Compartir el artículo

stats