Crítica / Música

¿Límite al virtuosismo?

Lang Lang es el pianista más famoso del mundo, aunque no esté a la altura de Zimerman, Sokolov o Barenboim

Sin la fuerza mediática de Lang Lang -además de su extraordinario talento- no se puede entender que se haya coronado como el pianista mundial más famoso. Artista que simboliza, y hasta representa -como lo hizo en la URSS Spivakov-, la imagen de la China actual, el gran híbrido entre el súper comunismo y el súper capitalismo que el intérprete parece no cuestionar, no como otros artistas perseguidos en la expresión de su libertad creadora, pongamos por caso al artista plástico Ai Weiwei. Sin lugar a dudas Lang Lang es el pianista más famoso del mundo, aunque no esté a la altura de los cuatro o cinco mejores pianistas vivos, desde un Zimerman o Sokolov a un Barenboim en su esplendor. ¿En qué se sustenta esa increíble fama? Por un lado, en su incontestable nivel técnico y mecánico, con el que ninguna dificultad pianística se le pone por delante. Lo toca todo rozando la perfección absoluta. Es un intérprete de imagen amable, de un virtuosismo que parece brotar solo, aunque todo esté milimétricamente calculado. Pero en cuestión estilística el mismo intérprete es un mar de dudas. Voluble. No es el único, pero sí el que más evidentemente muestra la separación entre perfección técnica y estéticas sonoras y estilísticas casi enfrentadas. Lang ha tenido críticas unánimemente positivas pero también las contrarias en este aspecto. En China millones de pianistas del más alto nivel tienen como absoluto referente al Lang mediático que está por encima de los sacralizados compositores occidentales que interpreta, e interpretan. El mercado musical en cuanto a ventas se refiere ya nunca será el mismo con criterios estilísticos hasta ahora desconocidos.

Lang comenzó el recital con un inusual Chaikovsky, "Estaciones" op.37 a. Como parte del catálogo pianístico del compositor, en general de "escasa originalidad en sus planteamientos pianísticos, la evidencia de una escritura no siempre eficaz desde el punto de vista instrumental y una cierta falta de interés en el acabado", en palabras de F. Jaime Pantín extraídas del programa. Lang hace una lectura en principio incluso académica y hasta sobria, no exactamente elegante, pero con un sonido de un acabado exquisito, aunque le resulta inevitable que su impronta pianística sea también llamativa. Por encima de la aparente transparencia y hasta sencillez de la partitura, añade muy amplias y ricas dinámicas, muy perfilada, más trabajadas de lo espontáneas que puedan parecer. Y también se pone al límite en cuanto a la velocidad que puede imprimir a determinados pasajes, el ejemplo más claro de esto fue "Julio. Canción de los segadores". La adecuación estilística o no al Bach del "Concierto italiano" BWV 971 parece no venir muy al caso, no ha sido el primer pianista en hacer un Bach propio, pero interiorizado e inteligente -valga el ejemplo de un Glenn Gould sin ir más lejos- porque Bach resiste casi cualquier lectura de un auténtico virtuoso. Fue lo más agradecido en la primera parte para sectores del público menos iniciado que todavía permanecía expectante.

La segunda parte fue la más espectacular en el aspecto virtuosístico, pianismo puro en los cuatro Scherzos de Chopin, n.º 1 op.20, n.º 2 op.31, n.º 3 op.39 y n.º 4 op.54. Poderío técnico y mecánico de diez sobre diez, control absoluto sobre la sonoridad, poderío también expresivo y fuerza pianística de grandes proporciones. Estilísticamente muy alejado de lo que pueden ser las interpretaciones de referencias de Chopin. Con un alarde virtuosístico que no se oculta, se muestra como espectáculo, en algunos como queriendo marcar, como si se tratara de un récord desde este momento tan sólo igualable pero no superable, la mayor velocidad posible a un determinado pasaje, ¿qué necesidad? Virtuosismo al límite, ¿límite al virtuosismo?

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