"Llevábamos dos semanas en Reno cuando sorprendí al motorista con la nariz metida en las bragas de mi novia". No me digas que no tienes ganas de seguir leyendo. Jon Bilbao sabe que la llave de contacto para que el motor de un relato arranque está en sus primeras frases. Diáfanas o enigmáticas, directas o esquinadas. Que la música del azar literario suene armoniosamente (incluso en sus calculadas zonas de desafinamiento para modular los silencios) tiene mucho de alquimia en la que se usan elementos naturales (el talento, el don para contar historias) con los conjuros propios del narrador (perdón por el topicazo) con mucho oficio. Bilbao es un contador de historias magnífico y Estrómboli, cuaderno de viajes al fondo del ser humano en sus distintas maneras de estar en el mundo, le lleva a la cumbre en el arte de cazar volcanes: un ejemplo de cómo aproximarse al borde de abismos íntimos en un mapamundi donde todo puede ocurrir y cada página es una puerta abierta a los territorios más cerrados de sus personajes-isla.

¿Qué diablos pasó con el motorista de Reno?