Vacaciones pagadas

Mitad precuela, mitad secuela, "El cazador y la reina de hielo" es un refrito sin gracia de varias ideas ajenas

En una de aquellas maravillosas comedias de George Cukor, Vivir para gozar (1938), Cary Grant interpreta a un tipo que, tras dar un pelotazo en la bolsa, sólo ansía retirarse y largarse a una perennes vacaciones, para vivir el resto de la juventud de las rentas. Pero esto, que ya de por sí parece una utopía inalcanzable, ha sido superado por la gesta lograda por Chris Hemsworth, Jessica Chastain, Emily Blunt y Charlize Theron: porque ellos han dado el pelotazo "mientras" estaban de vacaciones.

Este registro, el de vacaciones muy bien pagadas, es el único en el que Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina de hielo cobra algún sentido. Es comprensible, para que nos vamos a engañar, que Emily Blunt busque algo ligero y lucrativo después de sus paseos por Ciudad Juárez de la mano de Denis Villeneuve, y que la Chastain quiera desconectar después de dos viajes interestelares con Christopher Nolan y Ridley Scott.

Incluso la Theron necesitaría un poco de relax después de la agotadora experiencia de Mad Max: Furia en la carretera .Y hasta Hemsworth... bueno, Hemsworth hace lo suyo, para qué nos vamos a engañar.

Pero vamos, que es humano. El cazador... es para ellos como un partido amistoso, unos de estos bolos por Panamá que hacen los cracks del balón para llenarse los bolsillos. Nadie pediría a Messi que sude la camiseta, se eche al equipo a la espalda y haga un eslalon imposible para decidir un partido ante el equipo de amigos del "Burrito" Ortega o algo parecido. Pues esto es lo mismo: una película sin sustancia, sin chicha, que se mira con la misma indiferencia con la que un perro ve la teletienda o el canal cocina.

Mitad precuela mitad secuela (y esto es literal: la película envuelve la primera entra de la "saga" como si fuera un buñuelo), El cazador... es un refrito de un sinfín de ideas ajenas (la "herencia" de Frozen es tan evidente que sonroja) sin gracia ni talento. El 3D es superfluo, pero al menos no molesta, y ni siquiera la música de James Newton Howard está a la altura: se ve que también estaba de vacaciones.

Lo peor de todo, no obstante, es que al filme le falta ritmo para funcionar como aventura al uso, y no tiene arrestos para escapar de los clichés y buscar otras lecturas que podrían haber resultado más sugerentes. Al final, El cazador... se limita a llenar sus dos horas de metraje con chorradas sin sentido, mientras los actores deambulan por pantalla como si estuvieran en la playa. Habrá que esperar a la próxima temporada.

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