Maestro Myung-whun Chung

Lleno absoluto en el Auditorio Príncipe Felipe para asistir al único concierto que la Filarmonica della Scala ha ofrecido en España en su anual gira europea. Al frente, el afamado director coreano Myung-whun Chung, cuya dilatada carrera va ligada a la dirección de las más prestigiosas orquestas del panorama internacional. El que fuera niño prodigio del piano y discípulo de la C. M. Giulini, conoce en profundidad el programa ofrecido en la noche del sábado y cómo la Filarmonica della Scala responde ante él. Son ya veinticinco años desde que, también de gira, orquesta, programa y director coincidieran en el tiempo.

La "Sinfonía Nº 40 en sol menor" de W. A. Mozart y la "Sinfonía Nº 5 en do sostenido menor" de G. Mahler tienen en común, entre otras cosas, el representar la cumbre del lenguaje sinfónico de sus respectivas épocas y compositores. Ambas obras esconden un potencial dramático que en el caso de la sinfonía mozartiana preludia y anticipa el leguaje del romanticismo y en la caso de la "5ª" de Mahler perpetúa toda la tradición romántica, reconciliando el formalismo heredado del clasicismo y el discurso narrativo del ámbito programático.

La versión de la "Sinfonía Nº 40 en sol menor" de W. A. Mozart, que se pudo escuchar de la mano de Myung-whun Chung, huye de conflictos historicistas para centrarse en la esencia musical en sí misma. Es Mozart quien se muestra a través de inteligentes temas y un melodismo desbordante, que en la batuta del maestro coreano, se manifiesta en un delicado fraseo realzado por un meticuloso cuidado de cada sección de la orquesta. No existe una nota por encima de otra, ni un instrumento que sobresalga en su intervención; todo sonido está al servicio de un perfecto equilibrio en las dinámicas que confiere a la interpretación la sensación de un continuo sonoro, en el que la pausa apenas se convierte en respiración. Así, por ejemplo, el conocido "Molto allegro" adquiere, desde esta perspectiva, una inusual tensión que acentúa el contraste de los cromatismos en el desarrollo temático.

Si Mozart sorprendió al público, la "Sinfonía Nº 5 en do sostenido menor" de G. Mahler cautivó a los oídos más exigentes. Desde la primera entrada de la trompeta, la batuta de Chung hizo fluir una música pensada para resolver la eterna contradicción entre la vida y la muerte, que parte de un primer movimiento, a modo de "Marcha fúnebre" constantemente interrumpida, para terminar en un "Rondó-Finale" de gran vitalismo y luminosidad, que parece celebrar mediante un gran "coral orquestal" el triunfo de la vida y de lo humano. Destacó en conjunto, una agógica dilatada pero siempre vitalista, en la que la orquesta demostró una vez más su gran versatilidad en las dinámicas y en la simetría de los timbres instrumentales. Señalar la intervención Jorge Monte de Fez como trompa principal en el "Scherzo", sección a la que Mahler casi convierte en un concierto para trompa, y en la que la seguridad y dominio de la respiración del músico ovetense contribuyó a crear un gran efecto plástico en la sucesión de danzas populares utilizadas por Mahler. Fue precisamente en el paso entre esta exuberancia de los metales y el etéreo discurrir de la cuerda en el "Adagietto" donde la mano de Myung-whun Chung y su concepto de dirección se hace más perceptible, dejando que el sonido fluya a través de los músicos con un mínimo de indicaciones.

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