El árbol de los milagros

Mediocre drama de propaganda religiosa con hechuras televisivas y grandes dosis de manipulación emocional - Fallida incursión de Kike Maíllo en el thriller, lastrada por un Mario Casas que no da el papel

Aunque parezca que la historia se preste a ello no tiene sentido debatir en serio sobre una película que se posiciona a favor de una tesis con miramientos estrictamente comerciales: una niña con una enfermedad incurable cae dentro de un árbol seco y cuando la rescatan está inexplicablemente curada gracias, según ella, a la intervención divina. Esa niña se mueve en un entorno idílico (familia feliz, congregación cristiana conservadora en la que los coros son sustituidos por rockeros y el predicador es un marchoso que se pone un caso de motorista para ensalzar la fe) y cuando llega la enfermedad los esfuerzos titánicos de su madre coraje por conseguir que la medicina la ayude resultan baldíos, y eso que es atendida por una eminencia con 900 pacientes en lista de espera que prioriza su caso gracias a intermediarios angelicales (¿los otros 900 enfermos no lo merecían igualmente?).

Así que solo queda esperar el milagro y éste llega por la vía de un accidente (¿es que en la lista de espera de millones de personas que esperan milagros no hay más enfermos que lo merezcan también?). Aún recuerdo con admiración aquella obra maestra de George Miller titulada El aceite de la vida (1992) en la que Nick Nolte y Susan Sarandon luchaban a vida o muerte para salvar la vida de su hijo aquejado de una extraña enfermedad, y estudiaban genética, biología, neurología o lo que se pusiera por delante para encontrar respuestas médicas. Aquí la medicina pierde por goleada y gana la fe gracias a un milagro, que, como se resume en el discurso final, es fruto del amor, como si los millones de niños y padres que sufren en el mundo no lo tuvieran también. Pero dije al principio que no ha lugar al debate porque éste tendría sentido si la legítima propaganda religiosa de la película (cada uno es libre de creer lo que quiera o necesite creer) estuviera servida con rigor, inteligencia y talento. Y no es así. Ni mucho menos. Dreyer contó la historia de un milagro e hizo una obra maestra para creyentes, ateos y agnósticos: Ordet. Pero esa es otra historia.

Con la factura de un telefilme del montón, con un guión que acumula tópicos embalsamados por una realización que no se sonroja ante la cantidad de trampas sentimentales con las que manipula al espectador (encuadres terrenales frente a encuadres celestiales, música invasora), "Los milagros"? se sostiene a duras penas en algunos momentos gracias a los esfuerzos de Jennifer Garner en sus primeros y desesperados intentos por conseguir la ayuda de los médicos y a la escena entre su hija y otra niña enferma (que no disfrutará de un milagro), con un diálogo desgarradoramente sincero y honesto.

El resto va más por el camino del absurdo, como ese personaje que se llama Angela (mensajera del cielo) y que ayuda a las protagonistas cuando más lo necesitan. Toma sutileza. En todo caso, lo peor en términos cinematográficos llega con la plasmación en imágenes de las visiones de la niña en su visita al "cielo" (muy recortadas respecto al libro en que se basa, dicho seqa de paso), y enlaza planos de paisajes con colores pasteleros.

Por cierto, los productores son los mismos de "El cielo es real". Se ve que les fue bien en taquilla gracias a la fidelidad de Cinturón de la Biblia norteamericano.

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