Crítica

Evocación poética y musical

Esta semana la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) dedicó al público de Gijón y Oviedo un verdadero viaje poético y musical muy evocador, bajo la batuta de Andrew Grams, que se llevó un sonoro aplauso por parte también de la orquesta al término del concierto del viernes, como premio a un trabajo sin duda bien hecho, redondo, de filigrana sinfónica. Así lo apreció el público ya en la primera parte de la velada, con una obra de Henri Dutilleux que conocimos en 2012 en la misma temporada, y ahora renovó impresiones con el violonchelo, tan sugestivo, de Johannes Moser. El talento de Moser rebasa fronteras expresivas; no es sólo el sonido inmaculado que saca a su violonchelo, sino los terrenos insospechados que alcanza, mientras transforma el sonido de manera ilimitada. Todo un lujo para los oídos.

Así se apreció en el "Concierto para violonchelo" subtitulado "Un mundo lejano" de Dutilleux (1916-2013), uno de los compositores franceses más influyentes y sorprendentes, con personalidad propia, de la segunda mitad del siglo XX. Esta obra de 1970 recrea sonoramente una selección de versos de "Las flores del mal" de Baudelaire, obra clave en el movimiento simbolista a finales del siglo XIX. O mejor dicho, Moser estableció una conexión con los elementos sonoros y poéticos que entre ambos se complementan y completan, según la idea de Dutilleux. Para ello, el compositor empleó un lenguaje atonal, muy sugerente, que no fatigó el viernes en ningún momento, mientras Moser se apoyaba e insertaba en una OSPA que fue todo un tapiz sonoro, refinadísima, plena de claroscuros y timbres infinitos, para impulso de la imaginación lírica, de ensueño, del violonchelo. Pienso que fue casi como escuchar un viaje hacia el interior, a partir del sentido polifónico, lleno de sutilezas, del instrumento solista.

No en vano, este concierto fue un nuevo "Cuaderno de viajes", uno de los ciclos con que la OSPA celebra este año su 25 aniversario. Así, la orquesta nos propuso en la segunda parte otro trayecto, con uno de los poemas sinfónicos de juventud de Richard Strauss, inspirado por la impresión que le produjeron las ruinas romanas en su viaje a Italia de 1886. Parece que Strauss es uno de los compositores más transitados de esta temporada, también en los programas de la OSPA de marzo para el festival bilbaíno Músika-música. En esta ocasión, Grams condujo una versión llena de vitalidad, destacando el control de los volúmenes de la OSPA, para canalizar la fuerza sonora que impulsa esta obra, con la brillantez del joven Strauss, que muestra aquí su sensibilidad lírica y busca variedad de texturas sinfónicas. Esto lo tuvo en cuenta Grams en el desarrollo de esta fantasía musical, para articular un engranaje sinfónico no sin detalles de interés, como en la continuidad de líneas en el movimiento "Andantino", con su sonoridad fluida, casi flotante. Merecido reconocimiento para el director americano.

El programa de la próxima semana supondrá el regreso al frente de la OSPA de Maximiano Valdés, en un nuevo viaje postromántico, que incluirá la "Sinfonía Matías el pintor" de Hindemith, la "Sinfonía nº 2" de Brahms y la "Canción de primavera" de Sibelius.

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