Crítica / Música

El tiempo no pasa

Mariella Devia continúa asombrando al público, que la arropó con sus aplausos

Mariella Devia continúa siendo una de las cantantes más aclamadas internacionalmente dentro del repertorio belcantista. El tiempo no parece pasar por una voz que ha sido cuidada con esmero durante toda su carrera y que se ha caracterizado por haber sabido esperar el momento adecuado para enfrentarse a los roles operísticos más comprometidos. Su voz, que lejos de perder color ha ganado en cuerpo, se proyecta en la tesitura media con tal presencia que las dificultades del agudo resultarían anecdóticas si no fuera por el exquisito dominio del que hace gala en el fraseo y la "messa di voce", y que continúa asombrando a un público que no dudó en arroparla con sus "brava" y aplausos. En su dilatada carrera nunca le han fallado sobre el escenario sus alter ego masculinos, que en esta ocasión fue asumido por el tenor barcelonés Albert Casals, cuya carrera se encuentra en reconocida ascendencia por poseer una voz de gran plasticidad, fluidez y sonoridad; resulta significativa la proyección de la que hace gala en el grave, afianzando una tesitura que dota a sus personajes de una gran credibilidad dramática.

Flaco favor haría a estas dos voces, representantes del poso de la madurez y el influjo de la juventud, una orquesta que no supiera plegarse a las necesidades intrínsecas a la voz humana y más aún al carácter contrastante de un repertorio variado. No encontraron los cantantes dificultad en esto. La Oviedo Filarmonía sabe muy bien lo que se trae entre manos cuando de repertorio lírico se trata. Bajo la batuta de M. Conti, la orquesta ovetense resultó sobresaliente en el acompañamiento y efectista en la narrativa de las oberturas. Destacó el papel de las trompas en la "Obertura" de la "Hija del regimiento" de G. Donizetti, con una dinámica evocadora de ecos lejanos excelentemente conseguida, y el de la cuerda, delicada y apenas presencial en el acompañamiento de la flauta en el comienzo de "Casta diva" de "Norma", de V. Bellini.

El concierto no pudo resultar más redondo en la interpretación del repertorio romántico y belcantista. Con la entrada de M. Devia en el escenario para cantar "Comme autrefois", de la ópera "Les Pêcheurs de Perles", de G. Bizet, el auditorio se vino a arriba.

La versión de "Ah! Lêve-toi soleil" de "Romeo et Juliette" de Ch. Gounod ofrecida por A. Casals resultó el contrapunto ideal al aria de la soprano italiana, que en "Adieu, notre petite table" de "Manon" de J. Masenet y en "Je veux vivre" volvió a hacer suyos dos roles que en su voz continúan siendo de referencia. En el dúo de "Lucia, perdona" de "Lucia di Lammermoor" de G. Donizetti, ambos cantantes no pudieron escapar la impronta escénica con algún que otro movimiento que sin duda contribuyó a enmarcar un trabajo vocal impecable.

La segunda parte de la velada fue "in crescendo" en el rol femenino de "Al dolce guidami" de "Anna Bolena" de G. Donizetti y el cadencioso fraseo de "Una furtiva lagrima" de "L'elisir d'amore", en el que A. Casals no dudó en mostrar su dominio del "filado". "Casta diva" de "Norma" de V. Bellini sirvió por sí misma para resumir la carrera vocal de M. Devia, respeto a la partitura y entrega a un público ante el que hay que cumplir.

Tras el dúo de "Una parola, o Adina" de "L'elisir d'amore", las propinas "No puede ser" de la "La tabernera del puerto" y "Quando m'en vo" de la "Bohème" cerraron un concierto que superó las expectativas, que eran de entrada ya muy altas.

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