Carmen Pérez Novo

Autoridad y autoritarismo

Un buen jefe debe ser una buena persona, tener un "buen corazón" y escuchar y atender al subordinado

Son muchas las personas que presuponen que el ejercicio de la autoridad consiste en aplicar cierto grado de agresividad, violencia y falta de atención o escucha sobre sus subordinados. Y nada más lejos de la realidad. Estos inadecuados comportamientos nos complican mucho la vida. Porque esas humillaciones, malos tratos verbales e imposiciones corroen por dentro, haciendo sufrir hasta la extenuación, y la persona que los padece siente mucho miedo, desánimo e impotencia. Y en estas condiciones, indudablemente, disminuye el rendimiento laboral. Y, lo que es aún peor, el respeto por ese superior. Porque la obediencia por respeto a las normas es más de fiar que la que se origina por miedo a la fuerza.

Ahora bien, a pesar de todo, proliferan las historias de humillación y maltrato en el ámbito laboral. Determinadas empresas están dirigidas por personajillos que parece que han sufrido muchas frustraciones a lo largo de su vida y una vez que adquieren algo de poder buscan compensación al precio que sea. Y hay muchos. Demasiados, diría yo. Da la sensación de que hoy el requisito que se pide a un director es que cumpla objetivos, y si es capaz de conseguirlos, aunque sea machacando a su gente, pues perfecto. Y como hay tantas personas con un exacerbado afán de poder y competitividad al precio que sea, con un egocentrismo individualista y falta de respeto a los demás y a uno mismo, pues ahí están amargando la vida a cualquiera que se les pone por delante. Y, en ocasiones, con pocos conocimientos profesionales. Y con unos valores muy descompensados.

Porque, ante todo, un buen jefe debe ser una buena persona. Así de sencillo. Tener un "buen corazón". Ustedes ya me entienden. Y escuchar y atender a los subordinados, claro está, sabiendo ejercer la autoridad. Que no es lo mismo que el autoritarismo. O sea, tiene que actuar con inteligencia, habilidad y comprensión, saber escuchar, organizar, prever... ¿Complicado? Pues sí. Pero si no saben hacerlo, que no acepten el cargo. Porque esos desalmados e incompetentes personajillos tienen que solucionar, en primer lugar, su propia amargura. Y dejar de proyectarla en los demás. Que, por lo general, tan sólo quieren recorrer, con un poco de paz, su camino en este planeta Tierra. Lo dicen las encuestas: "Los estudios realizados a lo largo de los años demuestran que las personas valoran mucho más un excelente ambiente en el trabajo que un buen sueldo".

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