Tino Pertierra

¿Conoces a Shane Black?

Irresistible comedia policiaca rodada con ingenio desbordante y un reparto insuperable

Dos buenos tipos es una de las películas que algunos recordaremos con admiración al final del año, pero no figurará en ninguna lista de lo mejor de 2016 porque le falta algo fundamental que, por ejemplo, sí tiene Puro vicio, de Paul Thomas Anderson: no es un monumento al tedio. Entendámonos, tampoco es una obra maestra imperecedera y se queda a unas yardas de Kiss Kiss Bang Bang, del mismo guionista y director, pero es una cinta con tantos elementos a reivindicar en todos los niveles (escritura, realización, interpretación...) que sería injusto no destacarla como se merece.

Si se hiciera un concurso de ideas para pensar nombres ideales para un guionista, el de Shane Black ganaría por goleada. Eso que adelantó. En una de esas rocambolescas historias que a veces se dan en Hollywood, Black se convirtió en el guionista mejor pagado al crear su propia marca de fábrica dentro del cine de acción (Arma letal, El último boy scout, El último gran héroe...) con títulos de similares entrañas y parecidas arquitecturas. Hasta que el fiasco de Memoria letal y sus propios problemas personales le arrancaron de cuajo de la cima y acabó en la sima. Rescatado in extremis gracias a ese notable homenaje al cine negro (balas y besos) que fue Kiss Kiss Bang Bang, el protagonista, Robert Downey Jr. (que también venía de infiernos personales) le reclutó para la tercera parte de Iron Man, y qué bien hizo: humanizó al personaje y le quitó hierro para darle más carne. El éxito ha permitido a Black rescatar un guión con varias capas de polvo encima. Respaldado por un sorprendente Ryan Gosling (diablos, quién podía esperar que tuviera vis cómica) y el siempre sólido (más sólido que nunca, cuida esa dieta, amigo) Russell Crowe, Black ha rodado una cinta tan endiabladamente ingeniosa, brillante y divertida que, por primera vez en mucho tiempo, se echa en falta más metraje para seguir disfrutando de ella. Se pueden encontrar muchas huellas de Black (dos caracteres opuestos, un humor disolvente que no termina de desembocar en cinismo, ideas rompedoras para darle la vuelta a lugares comunes, las miradas infantiles al mundo adulto...), y también algunos aspectos que necesita pulir (alguna escena de acción), pero lo más destacable de esta obra honesta que cuela la nostalgia sin pringarnos de ella es la manera tan inteligente con la que cocina la parodia sin caer nunca en el exceso o la risa fácil. Dos buenos tipos supura estilo por los cuatro costados desde el memorable arranque (Black es un experto en comienzos brutales) hasta escenas festivas de ambivalentes sensaciones. A la chita callando, este director de raíces profundas en el cine clásico pero con ramificaciones muy modernas reinventa como quien no quiere la losa un subgénero.

Compartir el artículo

stats