Crítica / Cine

Amores con acento hindú

Encontramos en "Margarita with a straw" una extraña cualidad, la voluntad de desmarcarse de las dos fuerzas opuestas que aglutinan el cine indio contemporáneo: el folklore colorista del universo Bollywood y el relato social más estricto y desnudo, el que denuncia el capitalismo desbocado y la persistencia del sistema de castas.

Sí, en la película dirigida por Shonali Bose suena la música, pero no hallarán en ella barrocas coreografías de jóvenes en sari; y sí, también existe una mirada antropológica a la sociedad hindú, pero ésta no se recrea en los barrios más deprimidos de Nueva Delhi. De hecho el film es, sobre todo, un acercamiento íntimo y cercano a la realidad de una adolescente, víctima no victimizada de parálisis cerebral, y de su despertar ante la sexualidad y, por extensión, la vida. Es en las experiencias personales de su protagonista donde encontramos el relato colectivo: en la relación con su madre la descripción del matriarcado hindú, en su viaje a Occidente la aceptación de su nuevo entorno sentimental. Como en las mejores historias, el reflejo de lo universal se encuentra solamente en lo individual.

Quizás el lector más precavido piense en sabores narrativos aliñados con exceso de azúcar. Parálisis cerebral, descubrimiento sexual, importancia de los vínculos familiares... Son términos que, con frecuencia, han sido pornográficamente exprimidos en busca de la lágrima fácil, de la apariencia de sentimiento más que del sentimiento real.

Tranquilicemos a ese hipotético lector porque nada en "Margarita with a straw" está excesivamente subrayado, tan sólo ciertos discutibles y muy puntuales contrapuntos musicales. No se encalla en posicionamientos piadosos ni en la sacralización del discapacitado. Hay alguien intentando encontrar su lugar en el mundo, buscando su definición entre entre dos sociedades enfrentadas, entre diferentes formas de amar. Alguien descubriendo que esas diferencias autoimpuestas en realidad no lo son tanto, que en el amor, como entre los países, las fronteras son un término arbitrario, incapaz de contener una realidad que las supera. ¿Acaso hay mejor manera de comenzar un festival de estas características que afirmando que las barreras sólo están hechas para poder ser derribadas?

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