Para muchos de nosotros, cualquier situación que trae incertidumbre, desencadena una medida de protección inconsciente, que nos permite hacer frente a las emociones desagradables. A corto plazo, puede ser útil, pero a la larga, el efecto es todo lo contrario, ya que puede reducir la eficacia del procesamiento emocional. ¿Y cuáles son estos mecanismos de defensa? Pues, algunos de los más frecuentes son:

1) La negación. Vivimos un hecho desagradable y nos negamos a experimentarlo, con lo cual, al negar la realidad, nos estamos protegiendo de la necesidad de hacer frente a las consecuencias desagradables y al dolor que le acompañan.

2) Desplazamiento. Con él, transferimos las emociones de la persona que es objeto de nuestra frustración, a alguien o algo completamente distinto, porque, inconscientemente, creemos que enfrentar la fuente de nuestros sentimientos puede ser demasiado peligroso o arriesgado, por lo que cambiamos el enfoque hacia un objetivo o situación, menos intimidante o peligrosa.

3) Regresión. Con ella volvemos a un nivel anterior de desarrollo y comportamientos menos exigentes. Por ejemplo, tenemos una discusión y en lugar de utilizar herramientas de disolución de conflictos, nos alejamos, damos la espalda como si fuéramos niños pequeños.

4) Racionalización, con el fin de evitar el conflicto y la frustración que genera, dándonos razones, aparentemente muy lógicas que justifican o encubren las contrariedades.

5) Proyección. Proyectamos nuestros sentimientos, deficiencias o impulsos inaceptables, en los demás. Por ejemplo, en una situación en la que nos sentimos incómodos o ansiosos, y empezamos a ver que otros nos están mirando con un ojo crítico.

6) Represión. Nuestra mente toma la decisión de enterrar la memoria en el subconsciente, lo que impide que pensamientos dolorosos entren en la conciencia. Es a menudo el caso de abuso de menores, u otras experiencias muy traumáticas, que tuvieron lugar al principio de nuestro desarrollo.

7) Sublimación, o sea, canalizamos esa energía hacia otras actividades más o menos creativas. Ejemplos de este uso son el arte y el deporte. En realidad es una forma muy positiva, cuando queremos manejar una situación de la que no podemos hacer nada al respecto de manera efectiva. Ahora bien, cuando se utiliza de forma rutinaria, puede tener consecuencias muy negativas.

Qué duda cabe que nunca podremos liberarnos completamente de nuestros mecanismos de defensa. Pero si somos más conscientes, podremos entender como nos están ayudando, o dañando y, por lo tanto, sabremos como potenciar nuestro bienestar emocional.