El aficionado a la música en general y al acordeón en particular conoce la personalidad que evoca el nombre de este gran músico francés. Para el ciudadano de a pie quizá le diga muy poco y podrá considerar esta reseña un tanto exótica. Pero si cae en la tentación, por simple curiosidad, de entrar en internet se dará cuenta de que se trata de una persona cuyas referencias profesionales le acreditan como uno de los más renombrados acordeonistas del mundo. Estamos, por tanto, ante una figura estelar. Allí donde actúa atrae la atención de los aficionados a la música y de manera especial al acordeón y a la música de jazz. Más de cincuenta discos editados por las más prestigiosas compañías internacionales discográficas avalan una trayectoria musical de resonancias internacionales. Baste decir que es el único acordeonista que mereció el reconocimiento de la Deutsche Grammophon, considerada quizá la más renombrada casa discográfica alemana, con grabaciones de Mozart y Bach. El acordeón, inventado en los Alpes austriacos para acompañar música popular -una trayectoria bien conocida en Europa e Hispanoamérica- modernamente ha dado un salto cualitativo y está llamando la atención de los compositores y directores de orquestas. Richard Galliano abandera esta orientación para obtener el fruto de las grandes posibilidades de un instrumento nacido al calor de la música popular. Su repertorio abarca un amplio programa desde la música clásica (Bach, Mozart) hasta la música de jazz, género musical que interpreta acompañado de distintos conjuntos, en esta ocasión por el grupo "Tangaria Quartet". Richard Galliano es, sin duda, el gran revalorizador de este instrumento como elemento orquestal.
Si movidos por la curiosidad indagamos la agenda para este verano de este renombrado músico, quedamos impresionados por los países que disfrutarán de sus conciertos: Francia, Alemania, Bélgica, Italia, Suecia, Portugal, Suiza, Brasil... Pues bien, a esta nómina hay que añadir España, ostentando Asturias y su noble villa de Navia el privilegio de ser el único escenario español para este histórico acontecimiento musical. La villa naviega de Ramón de Campoamor se convertirá, sin lugar a dudas, en un lugar de peregrinación los días 8 y 9 de agosto para los amantes del acordeón en Asturias; pero este acontecimiento traspasa el Pajares y el río Eo, por lo que estoy seguro de que estos conciertos de Navia tendrán una resonancia nacional.
La razón de que este gran acontecimiento musical en España tenga lugar en este oasis del occidente de Asturias se debe al siempre generoso mecenazgo cultural de los empresarios de la comarca de Navia, desde las grandes firmas industriales hasta las más modestas empresas de comercio y servicios. No es frecuente unificar el mundo empresarial ("negotium") con las maltrechas humanidades ("otium"). Pues bien, esta vieja dicotomía de la cultura grecolatina se unifica en la trayectoria de los gestores de estas empresas naviegas, alguna de ellas presente en todos los mercados internacionales. Gracias a esta singular sensibilidad por la cultura ("otium"), y de manera especial por la música, se creó el ya bien reconocido Festival Horacio Icasto, con varias ediciones en las que participaron intérpretes de rango mundial. En esta ocasión los aficionados a la música del acordeón disfrutarán/disfrutaremos de dos grandes conciertos. Si a esto se añade la posibilidad de poder compartir, en uno de esos dos conciertos, escenario y partitura con este excepcional músico francés, la fruición estética alcanza límites insospechados para los alumnos del Aula de acordeón del Conservatorio del Occidente de Asturias y del modesto grupo Ensemble de acordeonistas de Gijón; será una concesión por parte del concertista que servirá para poner de relieve el talante y vocación pedagógica de un gran humanista.
Como bien es sabido, con estos conciertos se pretende rendir homenaje al gran músico argentino Horacio Icasto, que da nombre al festival: una persona excepcional que durante muchos años estuvo vinculado a Navia. Homenaje compartido con decenas de anónimos y modestos acordeonistas que, de manera especial en el occidente de Asturias, amenizaron durante más de medio siglo sus fiestas y romerías, sin olvidar a los artífices de otros géneros musicales tan arraigados en otro tiempo en la villa de Campoamor.
