Antonio Rico

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Antonio Rico

La tierra roja de Tara

La doctora Alice Lambert se levanta para preparar el biberón de su hija Tara, suenan dos disparos y la pantalla se desploma en negro. Cuando la doctora Lambert despierta del coma, se entera de que su marido ha sido asesinado y su bebé ha desaparecido. Así, de esta forma tan potente, empieza la miniserie "Última oportunidad" (TVE). El bebé de la doctora ha sido secuestrado, y la trama enloquece en una espiral de malentendidos, corrupción, sospechas, secretos y oscuridad. No sabemos con qué nos encontraremos al final de la espiral, pero el camino nos obliga a plantearnos unas cuantas cosas. Por ejemplo, ¿hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar para salvar la vida de un hijo?

La doctora Lambert, que cree que el novio de su hermana toxicómana tiene una pista acerca del paradero de su bebé, apunta con una pistola a un policía que quiere detenerlos y amenaza con disparar si no deja que se vayan. ¿Es correcto? Desde luego, la acción de la doctora no cumple con el imperativo categórico de Kant porque no es buena en sí misma, tampoco es un imperativo de la sagacidad porque no se refiere a la elección de un medio para alcanzar la propia felicidad, y más bien parece un imperativo de la habilidad porque propone una acción necesaria para un fin posible. La doctora cree que matar a un policía es un medio necesario para encontrar a su bebé. ¿Todos nos comportaríamos como ella? Santo Tomás de Aquino diría que el principio general de la razón práctica es que se ha de obrar de acuerdo con la razón pero, aunque la ley natural es la misma para todos, puede haber excepciones no sólo porque cuanto más se desciende a lo particular es más probable que la verdad no sea la misma para todo el mundo, sino porque la razón puede estar oscurecida por una pasión, que es precisamente lo que le ocurre a esta madre desesperada. Las decisiones de la doctora Lambert surgen de la pasión por su hija Tara, al igual que la fuerza de Escarlata O´Hara en "Lo que el viento se llevó" salía de la tierra roja de Tara. Cuando Escarlata, mordida por el hambre, come un triste rábano para después jurar sobre esa tierra roja de Tara que preferirá ser ladrona o asesina antes que volver a pasar hambre, se comporta como la doctora Lambert cuando está dispuesta a todo antes que permitir que su bebé no vuelva a casa. La tierra roja de Tara, para desgracia del imperativo categórico, tiene muchas formas.

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