Tino Pertierra

Tim Burton recupera el pulso... a medias

El cineasta muestra su talento en una primera parte brillante pero se deja devorar por los efectos digitales

Algo extraño sucedió con el cambio de siglo. Tim Burton había jugado con Hollywood dándole Batman por liebre, se había hecho un hombre como autor de culto entre el encanto poético y la rareza sombría gracias a Eduardo Manostijeras o Ed Wood y había demostrado que se puede buscar el visto bueno de la taquilla sin perder demasiadas esencias por el camino (Mars atracks!, Sleepy hollow). Pero llegó el fatídico año 2001 y Burton se cayó del árbol con todo el equipo en su remake de El planeta de los simios. Se enmendó en parte con Big fish volviendo a hacerse pequeño en el gran estanque de depredadores de Hollywood pero algo se había roto. Los proyectos que caían en sus planos eran, y ahí anida algo parecido a la contradicción, ideales en principio para un creador como él, capaz de urdir imágenes deslumbrantes sobre mundos necesitados de una imaginación sin fronteras, haciendo bello lo siniestro. Charlie y la fábrica de chocolate, aunque por momentos funcionaba, era insuficiente. Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet echaba por tierra una idea prometedora y Alicia en el país de las maravillas fue un fiasco. Sombras tenebrosas y Big eyes tenían muchas cosas a favor pero terminaban desmoronándose, sobre todo la segunda. Sólo la animación de Frankenweenie o La novia cadáver acogió sin apenas fisuras el talento de Burton demostrando que no estaba acabado. Y en estas llega El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares, otra de esas ideas que parecen predestinadas a ser filmadas por Burton. Y sí, es un paso adelante respecto a errores anteriores, y sí, logra mantener el interés durante (aproximadamente, olvidé el cronómetro) una hora, y sí, cuando Burton se lo propone consigue fabricar momentos deslumbrantes. Y sí, hay temas ahí burtonianos a tope, y Eva Green no desentona si la comparamos con Helena Bonham Carter (ganando en sensualidad lo que pierde en extravagancia) y sí, la mezcla de lo inocente con lo lóbrego funciona, engancha, atrapa. Y entonces regresa el virus del cambio de siglo y Burton se deja ir y la película pasa a ser un cruce de escasa consistencia entre X-Men: Primera generación (la guionista es la misma, no me miren así) y todas esas historias de mundos paralelos, niños con superpoderes y (no podía faltar), virajes harrypotterianos. Cuando los efectos digitales se apoderan de la función, ésta se vuelve previsible, monótona y, lo que es peor, torpe y por momentos tontona. Y encima, sale Samuel L. Jackson haciendo de Samuel L. Jackson. Pero seamos positivos: quedémonos con los buenos momentos de esplendor, disfrutemos de esa pelea con esqueletos, admiremos los brotes verdes que no aparecían con tanta intensidad desde hacía demasiado tiempo en el jardín burtoniano. Una mezcla de decepción y esperanz: Burton está aún convaleciente pero da señales de vida.

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