Javier Morán

A Divinis

Javier Morán

Párroco cardenal

El purpurado que "deconstruye" el legado de Rouco

Entre los muchos dimes y diretes que en el plano eclesiástico circulan por la Villa y Corte, se escucha uno especialmente significativo: "El arzobispo Osoro pasa más tiempo con los jesuitas de la Universidad de Comillas (y del Papa Bergoglio), que con sus diocesanos de la Universidad San Dámaso". Veamos. El cardenal Rouco fundó en 1990 el entonces Centro de Estudios San Dámaso como alternativa, en el fondo, a la Universidad de Comillas o a la Pontificia de Salamanca, a las que se consideraba un tanto desviadas de la ortodoxia doctrinal católica. San Dámaso fue una de las grandes obras de Rouco, pero gran parte del clero madrileño estima que Osoro, por la vía de los hechos, está deconstruyendo el legado de su predecesor. Este dato, además de varios errores de gobierno (unos, inevitables; otros, por la precipitación o el desorden propio), y junto con el continuo runrún sobre las cuatro licenciaturas que Osoro se atribuyó ante el Vaticano (Ciencias Exactas, Pedagogía, Filosofía y Teología), han provocado que en este momento una buena parte de la diócesis de Madrid se halle desconcertada con su pastor.

Sin embargo, el Papa Francisco, que entregó a Osoro la diócesis de Madrid en 2014, acaba de anunciar que le creará cardenal en el consistorio del 19 de noviembre. Evidentemente, Bergoglio experimentó un "flechazo" con Osoro, tal vez mediante un contagio de precipitación. Sin embargo, este no ha sido el único caso en el que Francisco, un gran hombre, sin duda, se ha dejado llevar por una intuición poco informada. No se puede tener todo.

Así pues, ha alcanzado el cardenalato el que hubiese sido un buen párroco, un hombre activo, entregado, piadoso, con la formación justa?, pero al que ciertos contactos y su autopromoción le fueron elevando hasta la púrpura. Hablar de autopromoción no es gratuito. Quienes se acercan a Osoro perciben que transpira afán de superación. En un momento de gran zozobra suya en Asturias, un amigo laico le dijo: "Carlos, tú tranquilo hasta el cardenalato". Y ahí está. Entremedias, Osoro ha pastoreados dos diócesis "tranquilas", la de Orense y la de Valencia, pero también se ha visto ante dos Miuras: Asturias y Madrid, es decir, sedes complejas y, además, señaladas por los pontificados anteriores de Díaz Merchán y Rouco Varela, respectivamente.

Un Miura de 600 kilos pone en evidencia a un torero y a un obispo, y por ello el buen párroco Osoro se hubiera manejado mejor, y con menores efectos perniciosos para sí mismo y para otros, en circunscripciones de mando de menor tamaño. No obstante, hay que felicitar a Bergoglio por haber desafiado las convenciones eclesiásticas y haber decidido colocarle la birreta cardenalicia a un párroco que tanto se ha superado.

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