Crítica / Música

El "Mesías" del coro

El lucimiento de las voces de la Fundación fue lo más destacado del concierto navideño del Auditorio

Gran acogida para una nueva edición de "El Mesías" de Haendel en el Auditorio de Oviedo, como preludio ideal a las fiestas navideñas de la ciudad. Esta cita ya tradicional con el Coro de la Fundación Princesa de Asturias y la Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) se renueva sin embargo en cada edición, como siempre anoto, con nuevas propuestas e intérpretes. En esta ocasión, el concierto extraordinario de Navidad que organiza la Fundación fue, más que nunca, "El Mesías" del coro. Así, el lucimiento de las voces de la Fundación fue quizá lo más destacado de un concierto que este año contó con José Esteban García Miranda -asimismo, maestro de coro-, en el podio. Junto al coro, escuchamos a una OSPA que conoce a la perfección una obra que encierra una gran carga dramática a lo largo de tres secciones equilibradas -teniendo en cuenta una selección variable de sus números que, aunque discutible en ocasiones, es habitual-, donde se suceden recitativos y arias virtuosísticas, brillantes coros, números intimistas y otros más pastorales. Se trata así de un oratorio esencialmente teatral, donde destaca también la ponderación entre los medios musicales y el argumento religioso, a través de los textos bíblicos sobre la vida de Jesús.

En esta edición, no obstante, se echó en falta otra profundidad a nivel musical, más equilibrada desde todas las partes, y desde el corazón de la obra. Esto, con el fin de transmitir al público el caleidoscopio expresivo que Haendel recogió en su conocido oratorio, de manera gradual, desde el anuncio de la venida del Mesías, la Redención hasta la explosión de júbilo, y la reflexión sobre la vuelta de Cristo y la salvación de la humanidad, a modo de epílogo. Como decíamos, el Coro de la Fundación fue el principal protagonista, a través de números que exploran variedad de estilos en su escritura, con una formación muy flexible, que sonó brillante, equilibrada en sus cuerdas y de vocalidad transparente. Así, "Surely He hath borne our griefs" o "Behold the Lamb of God" fueron de especial emoción, en su combinación de volúmenes y matices dinámicos y expresivos; además de la agilidad de las voces, muy ajustadas, en velocidades incluso al límite, como en "Let us break their bonds asunder".

La principal novedad fue un cuarteto de voces solistas equilibrado, con nuevos valores del canto a los que seguir la pista. El barítono catalán Josep-Ramon Olivé impactó desde su presentación, y especialmente en las arias "The people that walked" y "Why do the nations", por su potencia en todo su recorrido vocal y los detalles expresivos en un fraseo sólido, quizá más opaco en "The trumpet shall sound". Adriana Mayer es una mezzo de voz cálida y medios sugerentes, que se hace hueco en el ámbito de la música antigua. El viernes fue complicado contemplar todas sus virtudes vocales, para sostener arias no siempre ajustadas con la orquesta ("The Lord, whom ye seek"), y tampoco favorecida por los "tempi", para acentuar contrastes entre números ("He was despised"). La soprano Sara Matarranz causó también sensación, en los números que pudo contemplarse una voz de recursos suficientes para dominar las dificultades de arias como "Rejoice greatly". Por su parte, el tenor Emmanuel Faraldo apareció más limitado al ajustar una línea de canto, aunque con impulso para "Thou shalt break them", en la complejidad del aria. Como colofón, el Coro Infantil y Joven de la Fundación se unieron a la celebración navideña, para entonar la tradicional canción "Noche de paz", con un aroma entrañable para cerrar el concierto.

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