Laviana

Más Allá Del Negrón

Juan Carlos Laviana

Las tribulaciones de un asturiano en Asturias

Cuatro anécdotas para un examen del estado del Principado después de ver en el Niemeyer la exposición sobre Jules Verne

Tomo el título de la novela de Jules (por una vez no diré Julio) Verne, "Las tribulaciones de un chino en China", después de ver en Avilés la extraordinaria exposición sobre el genio de Nantes. Cuatro días, a ese lado del Negrón, sólo dan para un examen superficial del estado del Principado, apenas cuatro anécdotas sin importancia, que con seguridad no son una muestra representativa.

1. Soñamos con llegar algún día en AVE a Asturias. Es legítimo, aunque no sé si lo conseguiremos. De momento, hay que conformarse con el Alvia y, no es por ponerse tiquismiquis, pero todavía no hemos aprobado la reválida de la puntualidad. Ida: 15 minutos de retraso; vuelta, 30. Ya sé que soy pesado con el tren, pero Asturias no despegará hasta que esté bien comunicada. Y una petición a los Reyes: cuando tengamos Alta Velocidad, si es que la tenemos, que mantengan un tren turístico por los túneles de Pajares. Las impresionantes vistas desde lo más alto del puerto, con sus 1.300 metros de altura, no son las de la estación de Tangula (Tibet), la más alta del mundo a 5.000 metros de altura, pero pueden competir de tú a tú con los trenes más altos de Europa en los Pirineos.

2. Cuando uno ve por primera vez el Centro Niemeyer, se queda con cara de pasmo. Es descomunal y bello. Y sería aún más bello si estuviera más lleno. Ese porrón de metros cuadrados, ocupados sólo por las 8 ó 10 personas que lo visitamos un día de labor de la pasada semana, resulta desolador. Da la impresión de que construimos el contenedor sin saber lo que íbamos a meter dentro. Siento mi ignorancia, pero las fotos minimalistas de Yasao Yamamoto no son el mejor reclamo. Bien distinto es el caso de la exposición sobresaliente y atractiva sobre Verne, de la que es comisario el escritor y periodista ovetense Miguel A. Delgado. No deja muy buen sabor de boca que cuando, extasiado por la obra de Niemeyer, uno busca en la librería del centro obras sobre el grandísimo arquitecto brasileño y se encuentra sólo con un solitario y diminuto ejemplar sobre la construcción de Avilés. Y por cierto, la preciosa e icónica torre-mirador circular, cerrada a cal y canto.

3. Al visitante le choca, y mucho, que Asturias permanezca cerrada a mediodía. No digo ni que sea malo ni que sea bueno, pero choca. Salvo los grandes almacenes, todo cerrado: los museos, las tiendas, hasta los chinos se han aclimatado y cierran para comer. Y no, no es un ratito para tomarse un sándwich, no. Entre 2 y 3 horas. Lo más frecuente de las dos a las cinco. Ese horario incluye al mismísimo centro Niemeyer, al imprescindible Museo de la Minería del Entrego o a la Universidad Laboral. Y no, no es que el horario se prolongue por lo noche, A las siete y medio, ocho como mucho, cerrado. Claro que también puede ser que no haya suficiente demanda de visitantes.

4. Monte a través, en busca de los orígenes, uno llega a al idílico y diminuto pueblo de Suares. Se trata de una parroquia del concejo de Bimenes, con apenas 269 habitantes. Da la bienvenida un enorme armatoste de hormigón en medio de la aldea que deja de piedra al visitante. ¿Qué pinta esto aquí en un paisaje de pura Naturaleza, enclave privilegiado mirando hacia Peñamayor? Sólo he conseguido averiguar que se trata de La Casa de Les Radios (a la que se accede previa reserva). El mazacote es una "construcción vanguardista" que acoge más de 500 piezas, convirtiendo el museo en uno de los más importantes de España en la especialidad. Igual es una gran iniciativa. Lo desconozco, pero si sus impulsores han pretendido epatar al forastero, lo han conseguido.

Permítanme, para acabar, una reflexión personal. Algunos amigos están disgustados por lo que consideran una "visión negativa de Asturias". Me recuerdan que llegué a llamarla "antipática". Es muy posible que haya generalizado en exceso y que de verdad los antipáticos sean cuatro gatos. Sólo trataba de mostrar la visión que de Asturias llega al otro lado del Negrón. Y, efectivamente, habría que hacer una buena campaña de relaciones públicas. Llegan ecos buenos, por supuesto, pero ya se sabe que cuanto peores sean las noticias, más noticia son. Con eso de la posverdad, a veces es la mentira la que, a base de repetirla una y otra vez, se apropia del lugar de la verdad. A los periodistas nos corresponde evitar esa injusticia. Lo pondremos en la lista -con la gimnasia, el inglés y la dieta- entre los propósitos para 2017. Aunque, ahora que lo pienso, este artículo no es una buena forma de arrancar el año. Empiezo la semana que viene sin falta.

Compartir el artículo

stats