Laviana

Más allá del Negrón

Juan Carlos Laviana

No se puede vivir sin enredar

Isabel Isasaweis, Flavita Banana y Raquel Villaamil, tres ejemplos de que las redes no son tan malvadas

Nos hacen perder tiempo, se utilizan para linchar al que piensa diferente, propagan noticias falsas, encubren a cobardes escondidos en el anonimato, crean adicción, nos embrutecen, fomentan la frivolidad, sirven como desahogo de los mediocres, alientan el exhibicionismo, denigran la intimidad, sacan lo peor del ser humano. Son el demonio. Sí, nos referimos a las redes sociales, esa ya no tan nueva forma de comunicación que, dicen, está sustituyendo la conversación directa entre las personas. Ya en 1956, el visionario Ramón Gómez de la Serna, en sus "Cartas a mí mismo", bautizó el fenómeno, con antelación y precisión, con el término "telecomadrismo".

Basta con mirar el diccionario, para encontrar una enumeración similar a la anterior, al menos en las primeras acepciones de la palabra enredar: prender con red, tender redes, enmarañar, comprometer, hacer perder el tiempo, revolver, complicarse, aturdirse y amancebarse. Vamos, el perfil perfecto del usuario de Twitter.

Los asturianos utilizamos el verbo enredar como sinónimo de jugar. Qué rico es nuestro idioma: "Los guajes están enredando con la pelota". El problema de las redes sociales es que muchos las toman a broma, a juego de niños, a competir a ver quién dice la mayor tontería, quién cuenta el chiste más grosero, para hacerse el gracioso con la ocurrencia más rápida sobre el último asunto noticioso: ya sea un atentado yihadista, la muerte de Rita Barberá, o la cabalgata de Reyes.

A las odiosas redes les pasa como a los programas de Telecinco. Nadie los vemos, porque estamos enganchados al documental de La 2. Ninguno de nosotros holgazanea en Twitter o en Facebook, porque tenemos que concentrarnos en profundas lecturas que no caben en 140 caracteres o en compartir nuestros conocimientos en la tertulia del Casino.

Las redes son todo lo dicho hasta ahora, pero no dejan de ser una herramienta, que podemos utilizar para machacar la cabeza al vecino o para construir el granero donde almacenar la comida. Acabo de tropezarme con tres jóvenes a las que no conozco personalmente, pero que me han deslumbrado con su trabajo en las redes, muy alejado del tópico que las demoniza.

Flavita Banana es el nombre de guerra de la ilustradora Flavia Álvarez (Oviedo, 1987). Tras acabar sus estudios de Arte, Diseño e ilustración en Barcelona, se dedica exclusivamente a dibujar. Con su particular sentido del humor, su análisis minucioso y sobrio de los personajes y de las situaciones ha conseguido un estilo propio. Ya es considerada como una de nuestras ilustradoras con más talento. En su libro "Las cosas del querer", que Lumen pondrá a la venta el mes que viene, Flavita reflexiona en sus dibujos sobre los tópicos en torno a la mujer: la necesidad de las curvas, el arroz que se pasa o la soledad final rodeada de gatos. Tiene más de 200.000 seguidores en las redes, lo que ha hecho que su trabajo no sólo sea reconocido en España, sino también en Latinoamérica.

Raquel Villaamil nació en Madrid, de madre norteamericana y padre asturiano. Estudió Arquitectura, pero ha conseguido ganarse la vida como escritora y guionista de videojuegos. Su saga "Manhattan Beach", un medido cóctel de amor, humor y drama ha triunfado no sólo en España, sino también en Italia. Las noticias que llegan sobre su nueva novela, "El aviso de los cuervos" (Rocaeditorial) aseguran que estamos ante una auténtica renovación de la novela de fantasía romántica. Para ver la importancia de las redes sociales en su carrera literaria, basta con echar un vistazo a su página web y a sus diferentes perfiles.

Isabel Isasaweis es el nombre artístico de Isabel Llano (Gijón, 1976). Supe de su existencia a raíz de la presentación en Madrid de su libro "Tómate un café conmigo" (Martínez Roca), un compendio de sus charlas sobre la vida y cómo mejorarla. Trucos de cocina, salud, belleza, deporte, pensamientos? todo aquello que contribuye a la felicidad sirve a Isabel para amenizar esos cafés en su canal de Youtube, en el que tiene más de 400.000 seguidores. El mensaje es muy sencillo: optimismo, algo que se echa mucho de menos hoy en día. ¿Qué se siente agobiado por las redes sociales? Déjese llevar por la voz cautivadora de Isasaweis, les aseguro que acabará como poco más relajado.

Y ahora, si son tan amables, me retuitean, le dan al like, al más, al emoticono de turno o comparten el artículo. Ya se sabe que si algo no se inmortaliza en las redes es como si no hubiera ocurrido. No vamos a dejar que este texto pase a mejor vida en la hemeroteca ¿verdad?

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