Crítica / Música

Un dúo apasionado

Damián Martínez y Marta Moll de Alba alcanzan en el Filarmónica un estado de comunicación directa con el público

La Sociedad Filarmónica volvía a contar el pasado miércoles, entre sus más destacados invitados, con el "Dúo Cassadó", formado por el violonchelista Damián Martínez Marco y la pianista Marta Moll de Alba. Aclamados por su defensa en pro de la recuperación y divulgación del patrimonio musical de cámara español, sus interpretaciones apasionadas y llenas de sensibilidad los han llevado a los más prestigiosos escenarios internacionales. El propio Damián Martínez presentaba el programa en esa línea, al señalar el carácter marcadamente español de las dos primeras obras, la "Sonata" de G. Cassadó y la "Fantasía española" de E. Halffter.

Los cuatro movimientos de la "Sonata" de G. Cassadó beben directamente de la inspiración folklorista que se impondrá en Europa en la primera mitad del siglo XX y que en España es matizada a través de la influencia de la música francesa de Debussy y el camino marcado por Falla. La proyección sonora del chelo de Damián Martínez y la atmósfera creada por el piano de Marta Moll dotaron a la "Rapsodia", con la que comienza la "Sonata", de una carga vocal, quejumbrosa y llena de interioridad, que dio paso al enérgico ritmo de jota de la "Aragonesa" del segundo movimiento, para regresar a una clima cargado de ascetismo sonoro en la "Saeta" que precede al marcial "Pasodoble" que cierra la pieza. El equilibrio conseguido entre ambos instrumentistas es el sello de un minucioso trabajo que resalta los pormenores del estilo interpretado y que supera la limitada dimensión de la partitura para transcender a un estado de comunicación directa con el público.

La "Fantasía española" de E. Halffter, dedicada por el autor a G. Cassadó, aúna en sí misma rasgos del folklore y del experimentalismo musical, cuyo entramado resultó transparente a nivel instrumental.

En la segunda parte, el romanticismo melódico de Schumann llenó la sala a través de su "Adagio und Allegro". La complicidad que el músico alemán mantuvo en vida con su esposa Clara Wieck parece asomarse tras las notas de esta partitura escrita originalmente para trompa y piano. D. Martínez y M. Moll de Alba establecieron un diálogo cargado de lirismo e íntima expresividad.

Tras la "Sonata para cello y piano" de N. Miaskovsky, en la que se incidió en la poética de la música europea del este, el concierto se cerró con una explosión de virtuosismo en los quebradizos ritmos porteños de "El Gran Tango" de Astor Piazzola. Chelo y piano se unieron en una danza cadenciosa y sensual de apasionados encuentros y desquites.

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