Crítica / Música

Altos vuelos zarzuelísticos

"Las golondrinas", magnífica calidad musical y una escena llena de aciertos

Primer título de la edición XXIV del Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo con "Las golondrinas" de Usandizaga, que vio su estreno en el teatro Price de Madrid con la compañía de Emilio Sagi y Luisa Vela -abuelos del ovetense director de escena Emilio Sagi- en 1914, en esta nueva producción del Teatro de la Zarzuela de Madrid que aquí se presenta. Es una obra que sustenta su solidez en una música de magnífica calidad y riqueza orquestal -aun teniendo en cuenta la diferencia entre lo escrito por José María y lo escrito por su hermano Ramón, que a la muerte del primero hizo crecer la envergadura de esta zarzuela muy por encima de lo que es habitual en el género, eliminando los diálogos y quitando algunos números en su presentación en Barcelona en 1929-, y un argumento dramático que por su tensión argumental bien pudiera ser operístico, con y sin paralelismos, cómo no, el más evidente con "Pagliacci" de Leoncavallo, en este aspecto nace pegada al verismo. En escena el teatro dentro del teatro, donde se desencadena una tragedia que hoy en día sería, sin matices, un caso de violencia de género, pero que dentro del drama teatral adquiere la apariencia de lo que se conoce, o se entendía, como crimen pasional, incluso con las contradicciones y el trasfondo no simplemente embrutecido ni insensible, más bien enajenado, del protagonista. Rodrigo Esteves, como Puck el payaso; Nancy Fabiola Herrera, como Cecilia, y la Lina de Carmen Romeu son el trío protagonista en el drama y el trío cantante en el que se focaliza el interés. La obra no admitiría medias tintas en la categoría vocal de los cantantes principales, y los tres han hecho un excelente papel, firmando un trabajo vocal de gran altura, con mayor protagonismo en el primer acto de Herrera -lógico, reaparece después en el tercero-, frente a una Carmen Romeu que, tanto escénica como vocalmente va creciendo a lo largo de la función. Rodrigo Esteves perfiló a la perfección un rol en el que un barítono de sus grandes cualidades se zambulle con total disposición y, en este caso, también total acierto. La puesta en escena de Giancarlo del Monaco redondea un planteamiento teatral plagado de aciertos. A destacar la participación del grupo de saltimbanquis, que ayuda a entrar en la ambientación con facilidad y rapidez. El resto de participantes solistas cumplieron con rigor, a lo que hay que añadir la siempre correcta intervención del coro. Destacó un suntuoso sonido orquestal, en algunas ocasiones quizás algo fuerte en relación al flujo cantante, responsabilidad de la dirección musical del ovetense Óliver Díaz -que ya ha hecho con anterioridad numerosas representaciones de la obra-, dirección que se aprecia precisa, muy musical, con tiento para el realce de la magnífica orquestación y para el diálogo cantante.

Ya lo dijo Amadeo Vives al escuchar esta obra compuesta por el donostiarra con tan sólo 26 años: "Usandizaga ha empezado por donde muchos quisiéramos acabar". Para la historia quedan varias grabaciones, la del propio Usandizaga, la de Antonio Capdevila para Odeón en 1929, y las posteriores, nada menos que con Ataúlfo Argenta al frente, con Pilar Lorengar, Ana María Iriarte, Raimundo Torres y el Orfeón Donostiarra, o la de Moreno Torroba para EMI con Sardinero, Josefina Cubeiro e Isabel Rivas.

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