Hemos perdido la ingenuidad, más bien tenemos una mirada resabiada, sobrealimentada, que engorda a un ojo saturado de imágenes, de teorías, de teoremas, de prejuicios, de poéticos triángulos y de traídos, marcialmente, engreídos pentágonos del arte, un atentado simbólico a la esfera creativa que, sin embargo, tuvo en ARCO, en el stand del Principado, su momento glorioso, evocando los espacios de arte asturianos dependientes del gobierno regional, sobrevivientes de mil guerras, agotados y con presupuestos mermados, adjetivación sin sustantivos, adverbializacion sin significado.

En uno de esos lados del geometrismo que define los actuales recorridos culturales se enmarca el discurso de la Sala Borrón, de la Muestra, un empeño sin interrupciones, casi personal de María José Baragaño, que cumple veintisiete años, algo inaudito en estas tierras donde las políticas culturales se basan, sin confesarlo explícitamente, en deshacer cuanto se hizo anteriormente. Que Laboral Centro de Arte y Creación Industrial sea considerada la iniciativa cultural asturiana más valorada por el "Observatorio de la Cultura" que elabora cada año la Fundación Contemporánea mediante la consulta a un amplio grupo de especialistas, poco importa, pues solo se plantea repensar el proyecto para alcanzar consensos imposibles o paralizarlo para evitar conflictos ante prácticas artísticas disruptivas tan necesarias en un terreno abonado al conservadurismo artístico como el asturiano. Lo que tendría que convertirse en un instrumento imprescindible de conocimiento y producción se ha transmutado en una máquina sin lubricante por la que algunos apostamos, sin duda alguna, ante tanta política de efectos para entretener al público.

Pero en esta vigésima séptima edición de la Muestra las mujeres tienen todo el protagonismo y las siete seleccionadas -María Peña Coto, Nieves González, Beatriz Moran, Tamara Norniella, Andrea de la Rubia, Nuria Rubial y María Ruisánchez- construyen sus discursos en torno a la invisibilidad de la mujer en la historia del arte, el activismo feminista con el cuerpo como escenario de representaciones de identidad, sexualidad y reproducción, la representación de las represiones, negaciones y aislamientos, lo transcultural en la identificación de lo femenino, el compromiso social, el olvido y el recuerdo con el objeto como protagonista, el texto como herramienta de reconocimiento y manipulación de la realidad transmutado en recurso visual. Y lo perfomativo como generador de recursos visuales en el caso de María Peña Coto, ganadora del Premio Asturias Joven de Artes Plásticas, que recorrió la muralla china durante tres horas a ciegas y con tacones, "en una experiencia -según señala el comisario Luis Feas- tan intensa que dio como resultado dos vídeos y tres pinturas que ofrecen al público la posibilidad de expresar sus propias barreras".

Pero como plantea Judith Butler, una de las más polémicas e intensas pensadoras sobre el género y los mecanismos del poder, "la vida es una cosa discontinua. Es sólo una lógica de la identidad la que nos hace pensar que tenemos que ser una cosa o la otra".