La noche del sábado prometía mucho rock. Llegaban los sonidos duros al cartel del festival con propuestas que se movían entre el rocanrol, el punk y el garaje; distorsiones, ritmos rápidos y descarga de decibelios que garantizaban la fiesta. Y empezó pronto, porque a las ocho "Las Potras" tomaban La subterránea con su contundente punk caracterizado por la velocidad, el volumen y la urgencia, un grupo asturiano que cuenta con "Chiquita y chatarra" en su formación. En esta tanda destacaron "Los Bengala", donde acordes de guitarra, ritmos de batería y voces consiguen dar forma a un rocanrol de corte garaje que funciona muy bien en directo. Este dúo zaragozano capta nuevos adeptos en cada concierto, y el sábado pudimos comprobar el porqué.
A pocos metros de La Subterránea, y casi a la misma hora, comenzaba otra descarga de sonido garaje en la sala Acapulco con la actuación de "Max Gamuza", que venían a presentar su nuevo álbum, "20 horas" (2016), con temas directos cargados de guitarras y voces y claras reminiscencias del rocanrol de los años sesenta. A continuación, uno de los nombres más esperados en esta edición, "Novedades Carminha", que concentraron a todo el público del festival y a muchos fans ajenos a la maratoniana jornada para convertir la sala Acapulco en un horno, en una olla a presión. Los gallegos canalizaron toda esa energía y la transformaron en baile a golpe de canciones que mezclan lenguajes y estilos para conseguir un sonido personal. La base está en el rocanrol, con mucha influencia de bandas ochenteras como "Pegamoides" y "Siniestro Total", pero a la vez juegan con toques de música tropical, surf y pop que dan a su música un toque retro y moderno al mismo tiempo. Todo jalonado con una puesta en escena cargada de energía, letras ingeniosas y divertidas, como la de "F.O.L.L.A.R.", y canciones que son auténticos himnos, como "Demolición", que fue coreada por toda la sala a una sola voz.
El cierre de la jornada tenía acento inglés. Se esperaba mucho de "Ten fé", y la verdad es que sonaron bien, muy bien, demasiado bien. Los londinenses llegaban avalados por público y crítica como grupo revelación de la escena indie británica, y están inmersos en una extensa gira para presentar su álbum debut "Hit the light" (2017). Su pop es heredero de la tradición anglosajona, especialmente de la segunda oleada Brit pop; las canciones están bien armadas, con equilibrio entre guitarras, teclados y voces. Pero el equilibrio es quizás una de sus fallas, todo resulta demasiado plano en sus canciones: las melodías, los ritmos, las estructuras, todo es predecible y conocido, se echan en falta más dosis de personalidad y riesgo. La cosa no mejoró con "Manuela", porque a la monotonía sonora se sumó la falta de actitud o el exceso de una actitud lánguida y apática que neutralizaba cualquier atisbo de emoción en su música. Con esta puesta en escena consiguieron anular la frescura que sí se percibe en su primer disco, "Cracks in the Concrete" (2016). Pasada la medianoche y en el segundo día de festival, es necesario que del escenario llegue mucha más energía para no aburrir al público, y "Manuela" no estaba por la labor. Es curioso que dos cabezas de cartel venidos de Inglaterra y con una trayectoria ascendente resulten descafeinados, ¿casualidad o síntoma de un "Brexit musical"?
"Improviso": un verso suelto. Entre el pop, el rock y la electrónica que marcaron la senda sonora del festival encontramos un proyecto alternativo, inclasificable por la libertad creativa que lo caracteriza. "Improviso" reúne a artistas de diversas disciplinas (música, danza, performance) afincados en Asturias y presenta un espectáculo guiado por la improvisación y la intuición. Todo es susceptible de mutar y transformarse a partir de unos patrones sencillos. Su actuación tuvo lugar en el Museo Barjola, con John Falcone como maestro de ceremonias, y en su repertorio encontramos piezas como "Alturas" o "Cinco miniaturas libres"
