En canal

Cárdenas y el principio de Rico

El principio de Hanlon asegura que no hay que atribuir a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez. No estoy de acuerdo. Analicemos, por ejemplo, el caso de Javier Cárdenas. Los psicólogos discuten acerca de la existencia de un factor de inteligencia general que esté detrás de todos los comportamientos inteligentes, pero nadie duda sobre la existencia de un factor de estupidez general. Se puede ser muy inteligente para algunas cosas y no para otras, pero no se puede ser muy tonto sólo para unas cosas y no para otras. La inteligencia es selectiva, la idiocia no. Si "Hora punta" pudiera explicarse por la estupidez de Cárdenas, entonces nuestro querido presentador-de-la-televisión-pública-condenado-en-el-Tribunal-Constitucional-por-humillar-a-un-discapacitado-en-un-programa-de-televisión tendría que ser incapaz, no sé, de prepararse el desayuno, de conducir un coche, de construir frases gramaticalmente correctas en español -bueno, vale, éste último no ha sido un buen ejemplo si hablamos de Javier Cárdenas, pero creo que los lectores pillan la idea-. Cuando uno es muy tonto, es muy tonto para todo.

Es por ello que contra Robert Hanlon -y con la esperanza de alcanzar su misma notoriedad- presento en esta columna el principio de Rico: "Nunca hay que atribuir a la estupidez lo que puede ser explicado por la maldad". No se crean que esto es un ataque a Cárdenas. Es más bien una defensa. Cada día que pasa estoy menos seguro de que sea mejor ser tonto que malvado, así que probablemente mi atribución del desatino que fue, es -y, me temo, será- "Hora punta" a la falta de ética de su conductor más que a su falta de luces sea una postura esperanzada frente al pesimismo hanloniano. Comparten la maldad y la estupidez el hecho de ser irreversibles e incurables, pero al menos la primera, como la inteligencia, es más selectiva que la segunda. Un Cárdenas malvado puede hacer mucho menos daño que un Cárdenas tonto, y eso convierte al principio de Rico en una afirmación mucho más optimista que el principio de Hanlon. Triste tiempo éste en el que tan sólo aspiramos a que la televisión pública haga el menor daño posible.

www.antoniorico.es

Compartir el artículo

stats