Pintor. Premio "Princesa de Girona" de las Artes

Al final de la isla de Manhattan

Gracias a la Hispanic Society se ve que España tiene mucho que aportar

El esqueleto cultural de la ciudad de Nueva York no se puede entender sin sus museos e instituciones culturales, y muy especialmente sin la Hispanic Society of America (HSA), que ayer recibía el premio "Princesa de Asturias" de Cooperación Internacional. Cuando llegué a Nueva York en el año 2005 solo conocía la HSA a través de su colección de arte. Fue entonces cuando visité por primera vez la institución y desde entonces me ha unido una estrecha relación con la Hispanic y con parte de su equipo.

Aún recuerdo cuando llegué por primera vez. Allí era invierno, y en los ambientes culturales de Nueva York la Hispanic resultaba un ser algo misterioso e inaccesible. El hecho de tener que coger el metro y subir hasta casi el final de la isla de Manhattan, adentrarse en el Harlem casi llegando al Bronx, para visitar el museo, resultaba para muchos neoyorquinos todo un desafío. El edificio me recordaba a aquellos viejos caserones indianos que de pequeño observaba en Asturias con cierto temor infantil: estaba todo nevado y los árboles que rodeaban el edificio le daban un aire romántico, incluso abandonado. Dentro era otra cosa. Al entrar, el retrato de la Duquesa de Alba de Goya te daba la bienvenida, y con él toda la maravillosa colección de pintura antigua, que junto a las provincias de Sorolla, colmaron las expectativas de un chico de Grado de apenas 19 años que descubría el mundo.

Cuento todo esto porque fue en aquel entonces cuando la Hispanic Society empezó a cambiar, comenzó a abrirse y a darse a conocer de nuevo en una ciudad que, de algún modo, se había olvidado de ella. Se empezaron a organizar múltiples exposiciones de sus fondos, los Sorollas viajaron de nuevo a España donde se expusieron en el Museo del Prado, tal y como Sorolla y Alfonso XIII deseaban en su día, y la colección y edificio se pusieron al día. Su gala anual para recaudar fondos empezó a ser cita indispensable de la vida social neoyorkina, y con ello un largo etcétera de promoción de España y lo español en Estados Unidos.

He tenido la suerte de haber participado en la vida reciente de esta anciana institución, y gracias a ella he conocido a figuras interesantísimas de la vida cultural americana, he hecho amigos bajo la mirada atenta de Velázquez o el Greco y he podido comprobar que nuestro país aun tiene muchas cosas que enseñar y aportar en la escena cultural americana. Sirvan estas líneas para felicitar a todas aquellos que han hecho posible este galardón.

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