Laviana

Somos de Segunda, ¿y qué?

Los tropiezos deportivos como síntoma de la situación de Asturias

Lo vivido el pasado sábado en los dos primeros estadios del principado ofrece una imagen muy pobre de Asturias. En El Molinón, se vivió la mayor protesta que se recuerda contra los dueños del club, que con su ineficaz gestión han provocado el descenso. La simbólica pifia del portero -impropia hasta de un partido de alevines- es toda una metáfora de la sucesión de torpezas.

Horas más tarde, en el nuevo Carlos Tartiere, el Oviedo casi decía adiós a sus aspiraciones. El público salió con la sensación de que su equipo tiene miedo al ascenso. Les falta convicción para ganar. No hay otra explicación que el temor al éxito para esta crisis justo en el momento decisivo.

¿Y si resulta de que somos de Segunda? Suena duro, lo sé. Pero no pasa nada por ser de Segunda. Siempre será mejor estar cómodo en el sitio que corresponde que desasosegado en un lugar impropio, en el que los demás miran por encima del hombro. Vamos, aquello de que mejor cabeza de razón que cola de león. Decimos adiós a ese lugar que llaman la liga de Primera, que se reparten vascos (4), andaluces (4), madrileños (3) catalanes (2), gallegos (2) o valencianos (2 camino de 3).

Nosotros estaríamos con extremeños, murcianos, riojanos, aragoneses, castellanos de las dos castillas, baleares, cántabros y los de las ciudades autónomas. Es decir, esas autonomías que no tienen suficiente potencial económico para tener equipos en la primera categoría. Desgraciadamente el mapa futbolístico se parece bastante al económico. Lo decisivo -no hay que engañarse- es el dinero, no la destreza deportiva.

Y el caso es que tenemos a Villa en el New York City como máxima estrella de fútbol USA, a Luis Enrique ente los entrenadores mejor valorados del mundo, a Mata y a Cazorla en la Premier y los que me dejo. Es decir que, en Asturias siempre ha habido Severo Ochoas, pero desgraciadamente han tenido que irse en busca de una vida mejor.

La pasada semana, cuando leía las noticias del nuevo mapa de las telecomunicaciones, me preguntaba por qué siempre nos compran a nosotros. ¿Llegará algún día en el que nuestra Telecable compre Euskaltel y no al revés? Lo dudo. ¿Llegaría un día en que se hable del cupo asturiano y no del vasco? Aun lo dudo más ¿Llegará el AVE a Asturias antes que a Euskadi o a Galicia? Esto ya entraría en la categoría de los milagros. Nos pongamos como nos pongamos, estamos condenados a ser de Segunda.

No hay nada de malo. Es cuestión de hacerse a la idea, de ponerse a uno mismo en su sitio. Soñar es gratis y siempre nos quedarán las ilusiones, pero mejor ser felices con lo que somos. El que es de Segunda de toda la vida, lo tiene más fácil. Nosotros tuvimos la desgracia de ser de Primera hace muchos años. Tantos que sólo algunos nos acordamos de aquella época en que Asturias era una de las locomotoras de la economía española. Sí, era el franquismo y desde el resto de España se nos miraba con envidia.

Aquellas ejemplares empresas públicas del carbón y del metal, aquellos miles de inmigrantes que llegaban de todo el país en busca del paraíso terrenal. Que nadie crea que es casualidad que Girón levantara en Asturias el segundo mayor monumento del franquismo, la Laboral. Aquel sueño nos hizo creer que éramos ricos. Y en estas el carbón dejó de ser el maná, las empresas públicas se fueron a la ruina y nos dejaron la tierra llena de cicatrices mal cerradas y sin más argumento que el verde y playa.

Mejor será conformarse con lo que tenemos que no es poco. No habrá fútbol de Primera, pero disfrutaremos del Sporting-Oviedo la próxima temporada; no tenemos el Guggenheim, pero tenemos el Niemeyer, aunque no haya dinero ni para pintarlo; no se llega a Asturias desde Madrid en dos horas y media, sino en cuatro; Fernando Alonso ya no es el rey de la Fórmula 1, pero lo intentará en Indianápolis; Nadal no es asturiano, pero Carreño promete mucho; nuestros restaurantes -ahí está el Güeyu Mar- figuran entre los mejores del mundo; y los premios "Princesa de Asturias" no dejan de insuflarnos prestigio internacional. ¿Qué más se puede pedir? No seamos egoístas, que al fin y al cabo somos parte de España, un país que llegó a ser de Primera y hoy es de Segunda. Y, además, ya se sabe que no puede haber Primera sin Segunda.

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