Crítica / Música

El monólogo del virtuoso

El violinista Ning Feng deslumbró en el cierre de la que ha sido una gran temporada de la OSPA

Acababa la temporada de la OSPA, y la orquesta reservó para el cierre un repertorio de obras destinadas a deslumbrar. El título del programa, "Virtuoso", era explícito; para abordarlo con solvencia se precisaba la excelencia, la maestría, el dominio técnico y el talento que reúne el violinista Ning Feng. Pero el título está en singular y, para que uno destaque, otro (u otros) han de ir a un segundo plano. El jueves ese papel le tocó a la OSPA, que puso la obertura con Rameau y apoyó al violinista en los conciertos como una espectadora de excepción de los impresionantes pasajes a solo. Menos mal que, cuando todo parecía encaminado por esta senda, la OSPA se reivindicó a lo grande con una interpretación sobrecogedora de las "Fiestas Romanas" de Respighi.

La obertura de la ópera "Zaïs" de Rameau fue perfecta para entrar en calor. La expectación inicial se resuelve con el fluir temático característico del barroco tardío, pero con el aire galante del momento y los diálogos bien ordenados entre vientos y cuerda. Juegos de intensidad con crescendos, brillo adecuado en los temas de los violines y un final que resultó demasiado súbito para el público del Jovellanos, que tardó en lanzarse a aplaudir. Comenzó entonces el monólogo de Feng, con el "Concierto para violín nº4" de Henri Vieuxtemps. El andante inicial arrancó calmo y eufónico en la orquesta, que preparó bien el terreno para que el violinista acabara imponiéndose y quedándose solo con un asombroso repertorio de recursos virtuosos: temas en dobles cuerdas, vertiginosas escalas, agudos imposibles? Más contenido y ritual fue el "Adagio religioso"; el "Scherzo" resultó endiablado, una auténtica carrera de notas cargadas de intensidad, pura exhibición. Más emoción se respiró en el "Finale marziale", con aire de marcha militar y un acertado retardo en el tema que lograba dar empuje a la pieza.

Paganini abría la segunda parte, el "Concierto para violín nº1" arrancó contenido, pero pronto la orquesta quedó muda para que Feng diera rienda suelta a un largo pasaje virtuoso. Fue espectacular, tanto que cuando acabó este primer movimiento se desataron aplausos y hasta un "bravo" desde el patio de butacas. No era para menos. El virtuosismo siguió en el resto de movimientos, pero nada iba a alcanzar el efecto del primero. Estuvo inteligente Feng con la propina: cuando todos esperábamos un pasaje de Tartini o Paganini el violinista optó por el Largo de la tercera sonata de Bach, apostando por la emoción y la contención. Fue un auténtico bálsamo.

Ottorino Respeghi sirvió a la OSPA para reclamar una parcela de protagonismo en el concierto. Formación al completo y mucho peso de la sección de percusión para deslumbrar con la interpretación de las "Fiestas romanas". No hubo tregua en esta obra, durante media hora la orquesta dibujó todo tipo de colores tímbricos y creó infinidad de atmósferas diferentes, combinando el bullicio urbano inicial con ambientes bucólicos, todo bajo la diligente batuta de Milanov. Fue una obra acertada para cerrar la temporada, una exhibición de la capacidad de la orquesta para transmitir emociones y de su control para abordar una pieza con constantes cambios. La ovación fue muy prolongada, más de lo normal, y encerraba la aprobación y el agradecimiento del público gijonés a estos magníficos músicos por lo que ha sido una gran temporada.

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