Tino Pertierra

Crítica

Tino Pertierra

Los demonios de New Jersey

La lucha de una chica blanca en el hip-hop con una lengua bien armada y una familia ruinosa arranca con fuerza pero termina ahogada en lugares comunes

Una escena horripilante de puro hortera hace temer lo peor. Tranquilos: es una fantasía y hay bula para tener mal gusto. Patti Cake$ tiene bastantes. Es una soñadora. Sueños dulces, lengua sucia. Se supone que eso viene bien para los letristas raperos con ganas de escupir a la sociedad biensante y ganar mucho dinero. Patricia Dombrowski, primero alias Killa P., lo tiene todo para ser un prototipo de mujer hecha a sí misma. Es vulgar y doliente, y tiene evidente sobrepeso físico y emocional. Su madre es una ruina de cantante con la que tiene muchas deudas pendientes y vive con su abuela enferma de malos humos. New Jersey es un buen sitio para que esa mezcla se vuelva explosiva. Los bordes del barrio la llaman Dumbo. Por su tamaño. Patti tiene un gran talento para improvisar versos soeces, provocativos al máximo. Y se alimenta sobre todo de sueños. Incluso, si se esfuerza, puede llegar a flotar. Literalmente. Como Dumbo. "A la mierda este lugar de mierda", explota en uno de sus momentos más bajos. Tiene un amigo entrañable que la apoya en todo sin pedir nada a cambio y sirve copas en un bar de mala suerte al que acude su madre una noche. "La sangre puede más que el alcohol". Cantando parece rejuvenecer, y su hija la ayuda con un buen enjuage de luces cálidas. Canta bien. Pudo ser alguien pero ya ves, termina vomitando en un maldito baño público.

Patti se mete en líos porque una chica blanca en una cultura hip hop donde el color de la piel importa, y mucho. Pero a ella le da igual porque es una chica capaz de flotar, soñar y plantar cara a cualquier chulillo que se le ponga por delante. Aunque no todos son iguales y se topa con un productor y guitarrista más bien arisco con el que... Bueno, que se gustan. Él es anarquista. Y se considera una especie de Anticristo, aunque en el fondo es un cacho de pan con ínfulas místicas. Hasta ahí, Patti Cake$ tiene su encanto. No es que deslumbre n idescubra ni un gramo de pólvora, pero el trabajo del reparto (formidables Cathy Moriarty, Bridget Everett y Danielle Macdonald) da un sello de autenticidad a la historia, por más que la realización de Geremy Jasper sea demasiado pulcra y convencional para un material que pide a gritos más convulsiones. Pero, de pronto, el espíritu Sundance se adueña de la función y la historia se carga de tópicos, desde la estrella arrogante y despectiva que humilla a nuestra protagonista rompiendo la imagen idealizada que de él tenía (recordemos la escena inicial) hasta el desenlace seudoépico que parece un homenaje musical al primer Rocky, donde la derrota se convierte en triunfo moral con sobredosis de llanto y abrazos purificadores.

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