Pocas veces el Auditorio enmudece durante un concierto. En ocasiones contadas, el silencio total se adueña de la sala ovetense, como en un acto de magia. Ni una tos, ni un papel de caramelo, ni un comentario sotto voce. Entonces, el público entra en total comunión con el artista. Entonces, la música cobra sentido: al liberar el pensamiento y las emociones de los espectadores. Es una seña de que somos música. La música es humana. Estamos de acuerdo en que "derrotar la música es romper el alma del mundo", como escribió el director Josep Vicent. Porque sin música se limita la capacidad del ser humano de participar de manera afectiva en su mundo: se limita su inspiración para ampliar su mente y sensaciones.

Esta magia se liberó el viernes en el concierto de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), con el debut del violonchelista Pablo Ferrández como solista del concierto para este instrumento de Edward Elgar. Ferrández es uno de los jóvenes valores del chelo de más sólida proyección en la actualidad. Tiene un sonido inmaculado y un poder comunicativo que asombra. El abrazo de su chelo, inmenso, conecta de manera inmediata con el público. El solo con que abrió el concierto de Elgar bastó para comprobarlo. Parece imposible que en una sola frase musical pueda "decirse" tanto. Ferrández me recuerda, al chelo, a un Kissin al piano. Busca la dimensión sonora de cada nota, que engarza en un fraseo de gran calado musical, con dinámicas increíbles, para dar aliento propio a su codiciado Stradivarius "Lord Aylesford" de 1696. Con Ferrández, hay que valorar la labor de la OSPA con Rossen Milanov al frente, para extraer todo el jugo de sonoridades de la obra -en especial en el tercer movimiento-, y en todo momento con sumo cuidado en los volúmenes orquestales, como en el movimiento "Andante", donde el chelo sostiene un bello diálogo interior.

En la vuelta de la OSPA esta semana a su temporada de abono hay que celebrar la programación de la suite "Florilegio del alba, Op. 53", una joya del catálogo del compositor y pianista asturiano Luis Vázquez del Fresno. Hacía décadas que la música de este profesor, imprescindible en las aulas del Conservatorio Superior Martínez Torner, no ocupaba los atriles de la OSPA. "Florilegio del alba" se nutre de las ideas musicales de la ópera "La dama del alba", basada en la obra homónima de Alejandro Casona, con música y libreto de Vázquez del Fresno. La novedad de esta suite de 2001, que Luis revisó este año, está en la combinación de todos sus elementos: en la riqueza del material musical que maneja y la flexibilidad de medios y técnicas que para ello emplea. En abril podremos degustar otra parada del catálogo de Vázquez del Fresno que, en su variedad de géneros y formatos, merecería ponerse en valor en más ocasiones desde la misma sala.

El programa de la OSPA, que se escuchó en Avilés y Oviedo, incluyó también la "Sinfonía nº 5" de Mendelssohn, conocida como "Sinfonía de La Reforma", ya que nació para conmemorar el tricentenario de la Confesión de Augsburgo. Mendelssohn utilizó material de la tradición luterana para construir esta obra, que fue objeto de discusiones formales, quizás por el reto del autor de combinar la tradición coral alemana y un lenguaje más propio de su tiempo romántico, de acuerdo al musicólogo Daniel Moro en las notas al programa. En cualquier caso, los movimientos centrales son puro Mendelssohn, sobre todo la parte central del scherzo y el movimiento "Andante" por su lirismo. Todo ello lo tuvo en cuenta la versión de la OSPA, en una interpretación que no decayó en ningún instante. La evolución de la construcción sinfónica casi pudo "palparse" hasta el Coral final, en esa idea de grandeza que cruza la obra, heredera, al fin, del maestro Bach.