Antonio Rico

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Antonio Rico

¿Quién afeita a Monegal?

Bertrand Russell planteó la paradoja del barbero para explicar las contradicciones en las que puede incurrir un sistema -un lenguaje, un modelo matemático, una legislación- cuando se toma a sí mismo como objeto de análisis. Un barbero afeita a todas las personas que no se afeitan a sí mismas y sólo a ellas, y todas las personas que no se afeitan a sí mismas son afeitadas por el barbero y sólo por él. ¿Quién afeita al barbero? Si no se afeita a sí mismo entonces se afeita a sí mismo, y si se afeita a sí mismo entonces no se afeita a sí mismo. Yo siempre miento. Esta frase tiene cinco palabras. Esta frase no tiene cinco palabras.

La paradoja del barbero estuvo sobrevolando la mejor hora de televisión de la pasada semana -no, amigos, el vídeo de las hipotecas fijas no cuenta como "televisión"-, que no fue otra que el delicioso repaso que Ferrán Monegal hizo de la manipulación televisiva durante "La sexta noche" de anteayer. Lúcido, afilado, divertido, inmisericorde, socarrón, interesante, dinámico, sencillo, valiente. Que la mejor televisión sea la televisión que analiza la televisión es prueba de potencia y debilidad, pero sobre todo demuestra la adecuación del medio a este tiempo narcisista y autorreferente. Urge dar continuidad y estabilidad a las intervenciones de Monegal en televisión y si ese programa fijo se lo conceden alguna de las cadenas despedazadas el pasado sábado -TVE, TV3, Canal Sur- el círculo se cerraría como una cinta de Moebius, en una impecable paradoja que estremecería de fascinación lógica al mismo Bertrand Russell.

Demostrando que la televisión es espantosa, queda demostrado que la televisión es maravillosa. Y demostrando que la televisión es maravillosa, queda demostrado que la televisión es espantosa. ¿Quién le afeita ese bigote de tan buena puntería inteligente a Ferrán Monegal? Las televisiones -públicas, privadas, autonómicas y mediopensionistas- siempre mienten. Esta columna no termina con esta frase. Esta columna termina con esta frase.

www.antoniorico.es

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