El tiempo en sus manos

Después de cobijarese con extremada delicadeza en los pliegues de la pasión amorosa de Carol, Todd Haynes opta por dar un doble salto vital contando dos historias separadas en el tiempo de dos niños a los que el destino les buscará un momento de coincidencia que desvele los misterios que se van desgajando con dos estilos visuales bien distintos y que comparten un mismo desgarro sonoro que enmudece las imágenes para que sea el talento visual del director el que intente expresar todo lo que pasa por esas mentes inmaduras y extraordinariamente sensibles. ¿Lo consigue? A medias. Y de ahí la sensación agridulce que deja la película tras un desenlace que intenta conmover al espectador a toda costa sin conseguirlo apenas. Y es que tras un arranque brillante y vibrante que muestra la capacidad de Haynes para atrapar con la cámara emociones desprotegidas y expectantes, la película va perdiendo fuelle y llega a aburrir, sobre todo en la parte del chico, mientras la historia de la chica no da de sí todo lo que se podía esperar con una jovencísima actriz de muchos quilates.

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