Ángel nació en Oviedo el 6 de septiembre de 1925 y murió en Madrid un 12 de enero, hace diez años. Entre esas dos fechas vivió la infancia en dictadura, en dictablanda y en democracia, vio pasar en la adolescencia una revolución proletaria por la puerta de su casa y, en su primera juventud, fue testigo de un alzamiento militar y de una guerra en defensa de la legalidad republicana. En este "áspero mundo" estudió Derecho y Magisterio, fue funcionario en Madrid y corrector de estilo en alguna editorial de Barcelona, pero todo lo compensó en el "acariciado mundo" de la fantasía soñando con ser clochard en un París de palomas viandantes. Escribió poemas donde la ironía es un recurrente recurso literario. Ganó premios. Tuvo también un sillón en la Academia. Fue, como todos los hombres, Ángel a tiempo parcial y González Muñiz toda la vida.

Ángel González Muñiz forma parte, por cronología y por contexto, de la Generación del 50, la de Claudio Rodríguez y Gil de Biedma, que comienza su andadura poética con la doble limitación de una historia abominable y una amputación cultural extraordinaria. Los autores de esa generación renunciaron al canon clasicista de la ideología oficial para recuperar, por medio de la renovación del lenguaje poético, el hilo roto con la Generación del 27. Una renovación que, en el caso de Ángel González, se expresa sin patetismos, en susurros, sin énfasis, con circunloquios, sin consignas, por alusiones, con distancia, aunque siempre comprometido con la hora de España y del mundo que le tocó en suerte. Su ideario temprano es formulado ya tardíamente en un poema de finales de los setenta, "Oda a las nuevos bardos", en el que recrimina a los novísimos poetas emergentes su opulencia verbal y su hermetismo estético.

Oviedo, su ciudad, le recuerda con una plaza en Vallobín y un colegio en La Corredoria al que la libre iniciativa de los padres bautizó con el nombre del poeta. En el décimo aniversario de su muerte, invitamos a nuestros conciudadanos a asistir a los actos convocados el próximo día 12 de enero por las concejalías de Cultura y Educación del Ayuntamiento: una ofrenda floral en el cementerio de El Salvador; lectura de su obra en el Colegio Poeta Ángel González y en el Salón de Té del Teatro Campoamor, en la que participan los clubes de lectura de Oviedo y la Cátedra Ángel González de la Universidad. Esperamos que la sentida modestia de estos actos se corresponda con la discreción apasionada del poeta que, si se nos permite la paráfrasis, se sabía el éxito de todos los naufragios y sabía también que la belleza es frágil y tiene que morir.