Poeta

No fue un sueño

Encuentro con un hombre cordial, un gran poeta

Era una mañana de noviembre del 97 -en un tiempo que ahora me parece tan remoto como otra vida- cuando tuve la oportunidad de participar en un encuentro con Ángel González organizado por LA NUEVA ESPAÑA. No era la primera vez que coincidía con él. Le había conocido años antes, primero como lectora, a través de aquellos poemarios, todos de pequeño formato, que reposaban, apretados unos contra otros en una de las baldas de la estantería, compartiendo espacio con otros autores de su generación. Allí estaban libros de títulos concisos y evocadores: "Áspero mundo", "Tratado de urbanismo", "Sin esperanza, con convencimiento", "Grado elemental"? a los que, con los años, se irían añadiendo, poco a poco, otros nuevos. También había tenido la ocasión de conocerlo personalmente gracias a mi padre, que desde hacía años mantenía amistad con él.

Sin embargo, las circunstancias de aquel día de noviembre eran diferentes, puesto que me habían llamado para participar en calidad de reciente ganadora del premio Adonais, dándose así la siempre extraña circunstancia de estar invitada a conversar sobre poesía de igual a igual con alguien que era para mí un autor admirado y largamente leído. Evidentemente, nos separaba una gran distancia generacional -yo era entonces una chica joven, recién licenciada y apenas llegada, casi sin saber cómo, al mundo literario, y Ángel González, un poeta ya consagrado de la generación del 50, con una importante trayectoria literaria y un ya largo recorrido vital-. No recuerdo, sin embargo, que estuviera incómoda en aquel encuentro -que se desarrolló en un restaurante ovetense-; al contrario. Todo el que haya conocido a Ángel González sabrá de su naturalidad, su sencillez, su carácter cordial y accesible. Aparte del vínculo de mi padre, con Ángel me unía el amor por la literatura -incluso la admiración compartida por algunos autores, como Machado- y el gusto por la escritura poética. Por ello, la comida transcurrió en un ambiente agradable, en el que conversamos sobre la creación poética, el lector, y otros temas literarios.

Ha pasado tiempo -mucho tiempo- desde entonces. Hubo después otras ocasiones para volver a coincidir con Ángel, así como momentos para participar en actos y homenajes posteriores a su fallecimiento, del que se cumplen ahora diez años. También, y sobre todo, he continuado reencontrándome con él, como lectora, en todas las ocasiones que he regresado a su poesía. Una y otra vez, he vuelto a escuchar en sus versos esa característica voz poética, aparentemente sencilla, ingeniosa e irónica, profundamente melancólica tantas veces. Para cerrar este breve recuerdo y homenaje, qué mejor que citar las propias palabras del poeta. "Tan lejos, hoy, de aquello, /pervive sin embargo tanto entonces aquí, / que ahora me parece que no fue ayer/ un sueño".

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