Música / Crítica

Intercambios orquestales a impulsar

La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) cedió el escenario el viernes a la Real Filharmonía de Galicia en un concierto de intercambio entre ambas orquestas. Este concierto de carácter extraordinario en la temporada de la OSPA supondrá la actuación de la orquesta asturiana en Santiago de Compostela en marzo. Se trata de una iniciativa que podría impulsarse según los presupuestos de la formación, en cuanto que podía permitir al público valorar el panorama de las orquestas españolas, que raramente actúan en tablas asturianas. No es la primera vez que se da este intercambio con la orquesta compostelana -creo que su última visita fue en 2010-, de manera que esta iniciativa podría abrirse a otras orquestas de Galicia, Castilla y León y País Vasco, pensando en zonas geográficas más cercanas.

Con la Real Filharmonía de Galicia recaló el viernes en Oviedo Lars Vogt, en un programa bien escogido, que, sin embargo, no tuvo la merecida acogida entre un público muy escaso. Vogt demostró en el Auditorio que es un artista que desafía desde la posición privilegiada que ha ganado en el piano internacional en la última década, cuando ya se volcaba en los clásicos en parte de su repertorio de concierto. Entonces le vimos debutar en las Jornadas de Piano Luis G. Iberni en 2009, con obras de Berg, Schubert y Liszt, en una interpretación exquisita y sin concesiones. En su regreso con la Real Filharmonía lo hizo como pianista y director, en una actuación en la que Vogt se impuso sobre todo como solista, si bien en los últimos años potencia su trabajo en la dirección y desde 2015 como director musical de la Royal Northern Sinfonia de la sala inglesa del Sage Gateshead.

En las manos de Vogt, el "Concierto n.º 2" de Beethoven resultó refrescante, con la empatía de una Real Filharmonía que lució equilibrada junto al solista, en un discurso firme y animado, como una obra además de lucimiento para el piano. Sin duda, la versión de Vogt del "Concierto n.º 3" de Beethoven fue menos contenida, con otras profundidades más oscuras y líricas que atraviesan esta página, lo que valió a Vogt ciertas libertades para explorar las posibilidades sonoras desde el teclado, de forma más o menos cuestionable -como en la entrada del "Largo" o el ajuste del "Rondó"-, en una versión personal que trascendió la mecánica, para ampliar la gama cromática con la orquesta.

El programa incluyó la "Primera Sinfonía" de Prokófiev, escrita en 1917 para una orquesta clásica bajo la inspiración de Haydn. No en vano, se la conoce como la "Sinfonía clásica" y es una obra importante en los inicios del neoclasicismo en música. El neoclasicismo fue una tendencia vinculada al entorno de Stravinsky (y su ballet "Pulcinella"), que también formó parte del programa del viernes. Pero compositores como Ravel y Prokófiev anunciaron esta tendencia antes de la década de 1920, cuando Stravinsky, Hindemith, Poulenc o Milhaud en Francia e italianos como Casella impulsaron definitivamente el neoclasicismo en la historia de la música. Esta tendencia revisitaba formas clásicas y de periodos anteriores para dar salida a sistemas musicales ya obsoletos en el siglo XX.

Con su "Sinfonía clásica", Prokófiev quiso demostrar su versatilidad y oficio como compositor, a partir de las fórmulas musicales del siglo XVIII, para acallar bocas que lo acusaban de radical revolucionario. En la interpretación de la Real Filharmonía hubo ciertos desajustes más palpables quizás en los movimientos extremos, de especial vértigo orquestal, aunque sin perderse los temas que alternan vientos y madera, y que articulan las páginas de esta sinfonía tan sólida y bien proporcionada. Así, convenció más la interpretación del "Concierto en re" que Stravinsky concibió en 1946 para el aniversario de la Orquesta de Cámara de Basilea (Kammerorchester Basel). Con el "Concierto Basel" también valoramos el viernes la versatilidad de Stravinsky: un artista que canalizó diversidad de influencias en diferentes géneros, con un original uso del ritmo y la instrumentación en la orquesta, como se escuchó en este concierto. Hay que valorar así la actuación de la Real Filharmonía en esta obra de corte neoclásico en su estructura y texturas orquestales, y que anuncia nuevos caminos creativos por parte del ruso.

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