Derribos "La Roca"

Al grisáceo Brad Peyton le vino "La Roca" a ver cuando lo ficharon para ¿dirigir? Viaje al centro de la Tierra 2: La isla misteriosa, y la estrella debió quedar satisfecha con su trabajo (o sea, que le dio todos los planos que quería para lucirse y más si fueran necesarios) porque repitieron en San Andrés, un estropicio en todos los sentidos, incluido el común. Después de la desastrosa El exterminador (exorcismos que dan más risa que miedo), Peyton vuelve a la gaseosa y se entrega en cuerpo y calma a facturar un vehículo para el amigo Johnson que repite sin despeinarse las mismas armas que en sus dos colaboraciones anteriores: grades despliegues de efectos digitales (vamos, que la mayor parte de la película se la dieron hecha), personajes de simpleza galopante y una apuesta sin fisuras por la acción destrozona. A diferencia de la reciente Jumanji: Bienvenidos a la jungla, que ofrecía algunos detalles de humor casi paródico (no confundir con soltar graciosadas, como aquí) que la hacían más digestiva para públicos que no demanden solo espectáculos de usar y tirar, este Proyecto Rampage se olvida pronto de construir unos malvados que valgan la pena y se limita a tirar más o menos libremente del hilo de un videojuego que, nostalgias aparte, tampoco es que fuera una maravilla. Y ese hilo no es otro que acumular interminables secuencias de destrucción y proezas acrobáticas imposibles. La sonrisa y la musculatura de "La Roca" brillan como nunca: sus seguidores pueden estar tranquilos.

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