Crítica / música

La OSPA se crece con los grandes

Sibelius y Wagner dieron forma a un programa con la narrativa como hilo conductor

"Música y literatura", el título del programa lo dejaba bien claro, y pocas veces encontramos una relación tan literal entre lo que se anuncia y lo que se pone en escena. Este no era un concierto más dentro de la programación de la OSPA en esta temporada; la envergadura de las obrasy su carácter descriptivo, por momentos programático, predisponía al público a una escucha diferente en la que prestar especial atención a la evocación de paisajes y escenarios o a la situación narrativa de la obra en cada momento. La orquesta estuvo soberbia una tarde más, sacando todo el poder expresivo a dos obras monumentales de lenguaje postromántico y de gran exigencia tanto ejecución individual como en la compenetración y el empaste sonoro.

Una de las últimas obras de Sibelius copó la primera parte. "La tempestad" se concibió como una composición para un montaje de la obra de Shakespeare que nunca se llegó a materializar. En ella convergen todo tipo de paisajes sonoros que evocan el convulso relato del dramaturgo inglés; en la tormenta de la obertura puede sentirse la ventisca en una densa masa sonora que renuncia a enunciar un tema y, acto seguido, se evoca el sueño de Miranda con un pasaje plácido y bucólico. Los contrastes se sucedieron a lo largo de toda la obra sin que se perdiera la intensidad de cada número. Sibelius da muestras de su madurez en una orquestación con amplia paleta tímbrica en la que todas las secciones de la orquesta se complementan y se integran con naturalidad; también la percusión, que en muchos momentos aporta más al colorido que a la dinámica de la obra. Por su parte, el narrador,Mario Gas, participó con intervenciones que, más que relatar, guiaron el sentido de la música, porque la selección de números de esta obra rompiósu discurrir programático; sonaron los motivos principales, pero es difícil seguir el argumento con una narrativa fragmentada.

La suite de "Tristán e Isolda" de la segunda parte recoge los momentos más relevantes del drama musical de Wagner. La OSPA se maneja bien con las grandes obras, y esta famosa composición no iba a ser una excepción. Con la novedad de Héctor Corpus como concertino,la interpretación fue compensada, con matices dinámicos bien ejecutados, y contó con una dirección adecuada para dar con el tono adecuado en cada momento. Perry So se empleó a fondo para mantener la tensión narrativa en una composición de carácter épico en la que los afectos colisionan y conviven en constante tirantez desde la doble disonancia del famoso "acorde de Tristán" que abre la introducción. La OSPA estuvo brillante como conjunto, y la sonora ovación del público al final del concierto así lo corroboró.

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