Amador Menéndez

Miembro del jurado de Investigación Científica y Técnica que propuso la candidatura de Sylvia A. Earle

Amador Menéndez

Un planeta herido

Muchas especies marinas podrían desaparecer en los próximos años por el ácido carbónico

La flamante ganadora del premio "Princesa de Asturias" de la Concordia 2018, Sylvia A. Earle, conoce muy bien los océanos. Ha participado en más de cien expediciones por todo el mundo y acumula más de 7.000 horas de buceo, tratando de desvelar los misterios y la majestuosidad de los mares y las criaturas que los habitan. Esta genial científica y divulgadora se entusiasma al relatar sus experiencias. Pero, al mismo tiempo, su rostro también refleja preocupación, consciente del impacto negativo de la acción humana sobre la ingente masa de agua oceánica. Su gran objetivo es salvar los océanos, pero es consciente de que ella sola no lo logrará. Son demasiado grandes. Es necesario un compromiso colectivo. Por eso quiere concienciarnos de este gran desafío medioambiental, crucial tanto para la salud del planeta como para nuestra propia salud. ¡El océano está en apuros; nosotros también!

Julio Verne: de la ficción a la realidad. Allá por 1870, en su novela "Veinte mil leguas de viaje submarino", Julio Verne soñaba con sumergirse en los océanos. Éste es el fragmento de una conversación entre el capitán Nemo y el profesor Aronnax: "Usted sabe tan bien como yo, profesor, que el hombre puede vivir bajo el agua, siempre que lleve consigo un suministro suficiente de aire respirable... y la tecnología adecuada". Esa tecnología llegó.

En el año 1969, mientras los astronautas pisaban la Luna por primera vez, cuatro hombres vivían cuatro meses bajo el agua en el interior del "Tektite", un laboratorio submarino. El reto le gustó a Sylvia Earle y al año siguiente descendía a las profundidades en el marco del proyecto "Tektite II". "Tuve la oportunidad de comprobar por mí misma lo que era comer y dormir en un lugar cálido y seco a 15 metros bajo el mar; y luego salir por un hueco redondo y nadar, convertirme en una residente del arrecife y convivir con los peces", relata Earle entusiasmada. Esa experiencia marcó para siempre su futura trayectoria profesional. Ahí comenzaba a fraguarse la fascinante historia de la "Dama de las Profundidades".

"Nemo" podría desaparecer: las consecuencias de un océano ácido. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha elaborado una lista con las especies más amenazadas del planeta. Como era de prever, las especies polares -como el pingüino emperador- se encuentran especialmente afectadas porque el hielo donde viven se está derritiendo, consecuencia del calentamiento global. Pero animales de otros hábitats también se verán afectados.

El futuro de "Nemo", el pez payaso en la vida real, está en peligro. Parte de nuestras emisiones nocivas de dióxido de carbono son absorbidas por los océanos y convertidas a ácido carbónico, lo que incrementa su acidez y provoca una especie de "sordera" en este pez. Al no ser capaz de detectar la proximidad de sus depredadores, su supervivencia se ve afectada. No es el único. Numerosas especies marinas podrían desaparecer en los próximos años, muchas de ellas como consecuencia directa de la acidificación de los océanos. Esta pérdida de biodiversidad tendría consecuencias devastadoras. ¡Salvemos a "Nemo" y a sus amigos!

Nuestra supervivencia comprometida. Nos preocupa talar y quemar bosques, ya que ellos absorben dióxido de carbono y liberan oxígeno. Pero los microorganismos marinos capturan más dióxido de carbono que los organismos fotosintéticos terrestres. Si desapareciesen debido a la acidificación de los océanos u otras causas, la pérdida de la capacidad natural del planeta para capturar dióxido de carbono y generar oxígeno se vería seriamente mermada. Esto pondría en serio peligro nuestra supervivencia y la del planeta.

"Espero contar con su ayuda para explorar y proteger el océano salvaje a fin de restablecer la salud del mar y, al hacerlo, garantizar una esperanza para la humanidad; la salud del océano es sinónimo de salud para la humanidad", reitera con frecuencia Sylvia Earle. Todos somos parte del problema; todos somos parte de la solución.

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