Tantas veces pedí «Volver a ser un niño» que ahora sólo puedo descodificar, impotente, «Los Secretos» de bohemios, rockeros, quinceañeros, progres o pijos. Gijón sabrá hoy («Los Secretos», banda de referencia de la movida madrileña, actúan hoy en El Jardín a las diez de la noche) que no somos tan distintos (sólo una contradicción más de este tiempo vil y mediocre) gracias a los «30 años» (2008) de nuestra banda más honesta.

Cuando la movida tocaba a su fin, el malogrado Enrique Urquijo reunía en una cantina madrileña a Chavela Vargas y a Jackson Browne. Todos, inmediatamente, perdimos el control. Y cuando se agarraba a su María, éramos incapaces de conciliar el sueño. El mismo Álvaro Urquijo (que en un principio se aferró con descaro a la guitarra) paseaba cerca de algún colegio para pulir luego, al son de un pop elegante, pequeñas joyas.

¿Veremos este sábado a «Los Secretos» de siempre? No cabe duda de que Álvaro Urquijo, Ramón Arroyo y Jesús Redondo son unos buenos músicos, pero echamos en falta aquella voz atormentada (¡ay!), aquella desgarradora mandolina y aquellas putas tan honradas. En la «Calle del Olvido», Enrique nos servía el güisqui.

Y Álvaro (hoy desamparado -y, por qué no decirlo, demasiado repetitivo-) sonreía. Te juro que era un grupo auténtico, «aunque con poco apego a la vida».