La tele es muy mala, dicen, pero lo cierto es que no da uno abasto siquiera para conocer todo lo hay. Todo lo bueno, quiero decir. Seguir lo bueno conocido ya exige esfuerzo y dedicación, pero estar al tanto de los estrenos que nos llegan de Estados Unidos, tierra de promisión audiovisual, con el marchamo de ser lo mejor o lo más visto es casi irrealizable. Desde la semana pasada, por ejemplo, la Fox emite los jueves «Salvando a Grace» («Saving Grace»), que nos puso los dientes largos con la tarjeta de presentación de ser la serie de ficción más vista en la televisión por cable de EE UU. Bueno, y de estar protagonizada por Holly Hunter.

«Salvando a Grace» es, dicen, una revisión televisiva del clásico «Qué bello es vivir» de Frank Capra: un ángel caído del cielo aparece en un momento de desesperación del protagonista (ahora la protagonista) y ofrece su ayuda para salir del bache. No es porque la serie esté mal hecha ni por ganas de fastidiar, pero esa revisión televisiva ya se hizo antes y se llamó «Autopista hacia el cielo». Y visto así la cosa pierde gas.

Tras el éxito mundial del almíbar confitado de «La casa de la pradera» en los setenta, su patriarca pensó que podía hacerse una serie aún más dulzona en los ochenta, así que puso a los espectadores al borde de la diabetes audiovisual con una serie con angelote itinerante que nos confirmó que Michael Landon debería haberse apellidado «Blandon». No puedo evitar recordarlo cuando veo en «Salvando a Grace» a la cínica, difícil y caótica policía protagonista siendo asistida por un ángel (Earl). Eso sí: como ahora dicen que «un punto amargo es sexy», Earl tiene ese punto de displicencia y antipatía con el que House está tiñendo las series americanas. Una pena. Un punto amargo lo tiene, pero por debajo asoma la dulzona candidez de un público que aún cree en ángeles, duendes y hadas.

antoniorico_tv@yahoo.es