Gijón, M. IGLESIAS

«Lo importante son las ideas, luego está la forma de expresión; por eso en mis obras mezclo diferentes estilos que nunca son formales». Ésta es la síntesis de «Arrojad mis cenizas sobre Mickey», el último espectáculo del director artístico Rodrigo García, de la compañía «La Carnicería Teatro», que mañana se representa en Laboral Escena.

Rodrigo García se basa en el teatro de la crudeza y de la crueldad, por lo que recurre a imágenes y situaciones extremas. El autor justifica la violencia de sus obras al explicar que «están hechas con dinero público que se debe emplear en una función social, como es presentar un mundo de inseguridad y malestar».

El autor de textos como «Haberos quedado en casa, capullos» o «Compré una pala en el Ikea para cavar mi tumba» pretende conseguir el asombro del público ante un espectáculo «corrosivo e inteligente». La pieza, que «mezcla lo íntimo con asuntos políticos», no cuenta ninguna historia, «sino que hablo de temas cotidianos y busco la calidad poética».

García reconoce que bebió de los principales literatos surrealistas, en los que basa gran parte de sus espectáculos. «No quiero hacer un teatro al servicio de la palabra, busco contar mis ideas con lo que sea», afirma. Por ello, el autor de esta pieza teatral lo hace, en ocasiones, con suciedad.

«Me atraen los cuerpos cubiertos de barro, o incluso de miel, el barro representa la corrupción de la sociedad y la miel, el erotismo», señala Rodrigo García. Mediante este simbolismo, el creador pretende «cuestionar los conceptos clásicos de belleza, mediante la mezcla de lo repugnante y lo atractivo».

El título llevaba en un principio la palabra «Eurodisney», que fue sustituida por «Mickey» debido a «problemas con la multinacional», explica Rodrigo, quien pretende «realizar una crítica contra el universo del consumo y sus políticas más explícitas».

En lo que respecta a la falta de versiones teatrales de este género, García cuenta que el público está «ávido» de expresiones de este tipo y que el verdadero problema es de «las voluntades políticas». En sus obras, el autor de «Textos que estallan como bombas» considera que «la materia literaria está tratada de forma poco habitual, ya que a veces invito al espectador a convertirse en lector», añade.

Su relación con los actores también es «especial», ya que «los actores no deben ser meros recitadores, sino que deben ser creadores». Mientras, Rodrigo García proyecta «los textos en paralelo», combinados con imágenes o vídeos.

Con un lenguaje teatral sorprendente, esta obra, calificada por su autor como «íntima» e «inmediata», pone de manifiesto los rituales de la vida cotidiana. El resultado, que se puede ver por un precio de 10 euros a partir de las 20.30 horas en Laboral Escena, es una obra austera, en contra del mercado, que sigue reclamando «ruido y violencia».