Madrid, Antonio GUIRADO

Las taquillas de todo el mundo tiemblan ya ante el advenimiento hoy de «Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal», la cuarta entrega de una de las sagas más célebres de la historia del cine, en la que Harrison Ford mantiene intacto el carisma de su personaje estrella.

Primero conquistó, aunque sin demasiada euforia, la Croisette de Cannes. Mañana es el turno del resto de los mortales, un día después del estreno en Francia y Bélgica, y en EE UU ya se especula con que el filme bata el récord de recaudación para una «première», establecido el año pasado por «Spiderman 3», con 151,6 millones de dólares.

Han pasado casi 20 años desde que dejamos a Ford cabalgando hacia el horizonte al final de «Indiana Jones y la última cruzada», pero la expectación está intacta, en parte porque la película tiene asegurado el interés de quienes vieron las anteriores en el cine, de los jóvenes que las descubrieron en la televisión y de los más bisoños, que querrán comprobar a qué viene tanto alboroto.

Ahora, tras destapar los secretos que encerraba el Arca de la Alianza, sobrevivir a sacrificios humanos en la India y encontrar el Santo Grial, «Indy» debe hacer frente a un enigma que tiene a 13 calaveras de cristal, de origen extraterrestre, como protagonistas.

Ford, con 65 años a sus espaldas -y a pesar de que el tráiler, apuntaba a que el arqueólogo doctor Jones se presentaría más achacoso y quejica por el paso del tiempo-, demuestra estar en plena forma y, sobre todo, conocer todos los recovecos de un personaje que se sabe a pies juntillas. Sus armas son conocidas pero no por ello menos efectivas: chascarrillos que formarán parte en breve del argot de la calle, irónicas réplicas recitadas a la velocidad del rayo, atracción por meterse en jaleos insospechados y esa media sonrisa que provocará más de un suspiro.

La principal diferencia entre esta película y sus ilustres predecesoras radica en el desmesurado uso de efectos digitales y los derroteros que toma la trama, algo de lo que ya se ha hecho eco la crítica estadounidense, que ha recibido la cinta, en general, con una favorable acogida.

«Su éxito se cimenta casi por completo en Ford, que aporta brillo a la acción -siempre improbable, ocasionalmente absurda- con humor y encanto», es el veredicto del diario «Newsday». «El guión logra dos cosas esenciales: mantener una estructura directa y ser fiel al personaje de Indiana Jones. Gracias a ello y a la actuación de Ford, Indy se nos presenta tal y como los espectadores le recuerdan: astuto, hábil, impaciente, varonil y estadounidense de pura cepa», sostiene Variety, la Biblia del cine. Sin embargo, algunos medios lamentan que la historia parezca, en ocasiones, la excusa perfecta para montar otro circo de acción hollywoodiense que poco o nada tiene que ver con las andanzas de este icono. De hecho, algunos consideran que más que una nueva película de Indiana se trata de un cóctel de «Expediente X» y »La búsqueda». «Tras la primera hora, el filme abandona cualquier pretensión de buscar una historia para centrarse en peleas, persecuciones, tiroteos, escorpiones, arenas movedizas, monos, enormes serpientes y, finalmente, una ciudad secreta, que lo convierten a la vez en un videojuego y un parque de atracciones», afirmó «The Hollywood Reporter».