Los cocineros andan a la gresca. Guerra de fogones que acaba de poner en pie de guerra a los artistas de pescados, carnes, postres y demás protagonistas de las cacerolas. Viene bien. Ya nos vamos enterando de las nuevas sustancias que se utilizan, ya sabemos diferenciar, más o menos, entre cocina tradicional y de vanguardia y, sobre todo, nos están enseñando a discernir entre los modernos que dan lata al baño María con el nombre de «laté de fua, olalá, a la chua» (que sería una lata de callos precocinada y vuelta y vuelta en el cazo hirviendo), distinguir tal trola, digo, de los platos modernos y serios que de verdad ofrecen algo nuevo y sabroso. Ahora bien, este cursillo tan acelerado tras la polvareda levantada por Santi Santamaría, no da para más. Si acaso para que la nueva cocina acabe por los suelos por ahí fuera, para disfrute de los del país que organiza el Tour. Hay que camuflar la discusión y despistar con un cocido.