La decisión de incluir en la temporada de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) el teatro de marionetas en unión con el arte musical fue todo un acierto. El primer contacto con la compañía catalana de marionetas «Per Poc» tuvo lugar en 2009, en un concierto extraordinario en Gijón, con «Sueño de una noche de verano», de Mendelsshon. En su visita a Gijón y a Oviedo esta semana la compañía fundada por Santi Arnal llevó a escena una adaptación del ballet «Romeo y Julieta», de Prokofiev. En la parte musical, la OSPA volvió a demostrar en el Auditorio ovetense -con un público más numeroso y heterogéneo que el habitual-, su buen estado de salud, dentro de una programación aperturista que mira al futuro, como es el caso de otros ciclos de la misma sala de conciertos. En esa dirección, Kynan Johns, que repitió con éxito al frente de la OSPA, puede considerarse ya uno de los nombres fuertes para la próxima dirección titular, a juzgar por la compatibilidad del austriaco con la orquesta, que alcanzó bajo su batuta altas cotas en versiones muy sólidas, más rigurosas que innovadoras.

En «Romeo y Julieta» «Per Poc» escenifica una adaptación del ballet de Prokofiev, a través de la creación de textos didácticos que interpretó la narradora, Mónica Glaenzel -con una megafonía que resultó el viernes, por otro lado, excesiva-, y una selección de los números del ballet, que sintetizó la obra que parte de Shakespeare, con una duración del espectáculo muy adecuada. La compañía empleó marionetas concebidas para este título en cuestión, que destacaron por la plasticidad en el manejo de las telas de colores, de un efecto romántico y expresionista muy a propósito, en el que tuvo un papel importante, además, la luz. Para ello, el muñeco y el hombre se fundieron en una danza llena de poesía, con gran libertad de movimiento, que apareció perfectamente adaptada a la música del compositor ruso. De este modo, «Per Poc» puso de relieve la partitura de Prokofiev, la cual, a su vez, cuida en grado sumo los detalles del argumento y la interacción entre la interpretación en el escenario y la música.

En la versión de la OSPA, a cargo de Johns, se cuidó el dinamismo y el drama de la obra, en una interpretación de tiempos sosegados, y muy atenta a los detalles de las partituras. Todas las secciones de la orquesta, debidamente ampliadas, estuvieron a pleno rendimiento, desde una cuerda milimétrica hasta una sección de metal con brillantes trompetas y efectivas trompas, espléndida al ganar las grandes masas sonoras, junto a la percusión. Geniales las maderas -como el fagot y la flauta-, en su función lírica y como contraste dramático en la orquestación del ballet.