Nadie duda del caché de Pedro Almodóvar en Hollywood. Es un cineasta (re)conocido que ya sabe lo que es subir al escenario a recoger un "Oscar". Se le respeta y, aunque sus últimas películas no han tenido la repercusión de sus grandes éxitos, su nombre aún conserva un prestigio indudable. Pero "Julieta", sin ser el desastre de "Los amantes pasajeros", dista mucho de estar entre sus mejores títulos. Es una obra muy irregular que funciona cuando sale en escena el personaje de Emma Suárez y se desploma cuando toma el testigo Adriana Ugarte. Tiene buenos momentos y otros que provocan lo contrario de lo que pretenden, como esa parte rodada en Galicia que no se la cree nadie. El desequilibrio de las intérpretes (excelente Suárez, poco creíble Ugarte) se traslada al resto de la película, que, a pesar de ser un drama puro y duro, pocas veces logra emocionar al espectador. En cualquier caso, es una obra respetable que seguramente parte con cierta ventaja en esa primera carrerilla de Hollywood, una gran verbena cinematográfica donde no siempre la calidad es lo que importa.

Por el contrario, "El olivo", mucho más modesta en sus pretensiones, es cine de gran altura, eso sí, sin alardes ni arrogancias. Icíar Bollaín demuestra una madurez admirable a la hora de convertir una historia mínima (una nieta que lucha por recuperar de las garras alemanas el olivo que le arrancaron a su abuelo, ahora en las últimas) en un poderoso y conmovedor retrato de unas personalidades complejas en su sencillez: la obsesión casi enfermiza de la chica que a veces desemboca en manipulación y egoísmo o cabezonería impetuosa, la furia desatada de su tío, capaz de robar una estatua de la libertad de mentira de la piscina de uno de los rufianes que le llevó a la ruina, el pobre camionero enamorado en silencio de la heroína, el mismo abuelo de vista rota? La sutileza con la que se muestran las relaciones entre esos personajes (que pasan de la rabia y el enfrentamiento a una risa liberadora), sin apretar nunca el acelerador ni chantajear el espectador, va servida por un reparto excelente (salvo el siempre magnífico Javier Gutiérrez, de nombres poco conocidos) y se remata con una escena de emoción abrumadora, con esa chica desafiante en las ramas del olivo teutón que recibe la noticia que nunca hubiera querido conocer.

En definitiva: "Julieta" puede que sea la mejor opción si se quiere llegar más lejos que en ediciones anteriores. Pero "El olivo" es mucho mejor, aunque a los académicos les aburriera esta hermosa lección de coraje, resistencia y amor. De vida.