Gijón, María CAVIA

Joan Hurley está de nuevo en Gijón. Como todos los veranos desde hace 25 años. En la villa de Jovellanos esta profesora de Español, residente en el Estado de Maryland (en la costa este de EE UU), se siente como en casa, como una gijonesa más, pero su acento americano, aunque muy leve, la delata. Hurley se ha convertido en embajadora de Gijón en Maryland. No en vano lleva un cuarto de siglo coordinando un programa de inmersión lingüística que posibilita que, a día de hoy, un grupo de nueve alumnas americanas, entre 15 y 17 años, esté conociendo la ciudad, sus gentes, costumbres y, por supuesto, el idioma.

Se trata de un intercambio cultural que deja encantadas tanto a las chicas como a las familias asturianas que las acogen. «Las familias siempre repiten y cada año reciben a alguna estudiante americana. Hay familias que son de segunda generación. Primero fueron los padres y ahora son los hijos los que se suman a esta iniciativa», comenta Joan Hurley. Hace dos semanas que llegaron y apenas les quedan tres días para volver a su país. El regreso a Estados Unidos será duro, comentan, porque estos días les han sabido a poco y les gustaría quedarse un tiempo por tierras asturianas.

Chloe Horton es una de las estudiantes americanas, llegada desde Baltimore, la ciudad más poblada del Estado de Maryland. «Llevo aprendiendo español desde los 10 años y es la primera vez que viajo a España. Gijón me gusta mucho, sobre todo la playa de San Lorenzo. Además, la familia con la que estoy viviendo es muy amable. Estoy muy contenta», comenta la joven. El mismo entusiasmo muestran sus compañeras en esta experiencia gijonesa. «Hemos visitado Oviedo, Gijón, Salinas y Cudillero. Todo nos ha gustado mucho, pero especialmente Cudillero. De Gijón me quedo con la playa y con los cafés», añade Dani Stoner. «¡Y las discotecas!», apuntan dos de sus amigas mientras ella afirma con la cabeza.

Joan Hurley y sus pupilas no son el único grupo de estudiantes de español que tienen en Gijón su «Instituto Cervantes». Desde Rusia -también en un programa coordinado por Mundidiomas- han llegado a la costa cantábrica cinco estudiantes. Las acompaña Liuba Rabina, la promotora de este programa. Rabina se considera una enamorada de la cultura española, es traductora y profesora de Castellano. Al contrario que Hurley, es la primera vez que organiza una estancia en Gijón, aunque asegura que espera repetir el año que viene. «Llevamos tan sólo un día y nos quedaremos dos semanas. Pero en un día a las chicas ya les ha dado tiempo a recorrer la ciudad y a conocer la arquitectura», comenta la profesora. Esas pocas horas de estancia sus pupilas las han exprimido al máximo. No han tardado en probar la sidra y darse un baño en la playa, pese a que el día no les acompañó. Habiendo probado las gélidas aguas del Báltico, para ellas el Cantábrico tiene una temperatura «muy agradable», sostienen.

En su segundo día de estancia ya fueron recibidas en el Ayuntamiento por el concejal de Cultura, quien les preguntó cómo las habían recibido los gijoneses. Ellas confesaron que están teniendo éxito entre los chicos asturianos. Y más que tendrán porque, como asegura Liuba Rabina, «a las chicas les encanta charlar con la gente, que es muy abierta». Será un éxito seguro.

Acostumbradas a las gélidas aguas del Báltico, las alumnas rusas consideran que el Cantábrico es «muy agradable»