Gijón, J. L. A.

El ruso Kiril Yeskov (Moscú, 1956) no se considera un escritor profesional, pero con sus dos novelas más conocidas, «El último anillo» y «El Evangelio secreto», ambas editadas en España por Alamut, ha hecho sendas y originales relecturas de textos canónicos de la literatura occidental, nada menos que de «El señor de los anillos», la obra maestra de John Ronald Reuel Tolkien, y de los Evangelios. No está mal para un biólogo que trabaja como investigador en el Instituto de Paleontología de la Academia Rusa de las Ciencias. ¿Parodia? Para nada. Más bien un intento de recontar lo ya relatado, lo que forma parte de nuestro imaginario, pero desde la singularidad de un punto de vista nada complaciente.

Yeskov, a quien no es difícil emparentar con otros maestros de la literatura fantástica, como el polaco Andrzej Sapkowski, habló ayer en la «Semana negra» de «El último anillo», donde aplica el torno de su prosa a la tarea de narrar la historia de la Tierra Media desde la mirilla de los vencidos, la muchedumbre de orcos. Como explicó su presentador en el festival literario gijonés, Jorge Iván Argiz, es la contracrónica de la versión oficial de los hechos. «Estamos ante un mundo de leyendas y, por tanto, podemos imaginarnos que las cosas no fueron realmente así; se trata de sacar el grano de lo que pudo ser y quitar la paja», precisó el escritor moscovita, para quien esta manera de entender la literatura como incursión en territorios que son casi sagrados para muchos lectores «molesta a algunos, pero a otros no».

Yeskov manifestó que comenzó la redacción de «El último anillo» para mostrar a un grupo de alumnos las posibilidades del punto de vista crítico. Para eso necesitaba partir de un mundo conocido, en este caso el de Tolkien, y volver sobre esas leyendas. De esa operación dialéctica surgió una de las obras más elogiadas de los últimos años. ¿Se lo han perdonado los seguidores de Tolkien? «Hay gente a la que le ha gustado la idea y hay otra que ha puesto el grito en el cielo». Pese a las diferencias temáticas, el autor ruso resaltó que «El último anillo» y «El Evangelio secreto» son «bastante similares». «Parto de cosas conocidas para sacarles un poco de punta». En realidad, la historia de la literatura suma variaciones de unas pocas y exactas metáforas.